Un símbolo realizado con pigmentos naturales. Cuyos trazos más o menos perceptibles han llegado hasta nuestros dias, y culturalmente tenían una interpretación relacionada con la infinitud del ciclo de la vida. Se ha descubierto restos de espirales en el arte megalítico, que formaban parte de lo que parecían ceremonias de duelo.
Con las que sus participantes invocaban el deseo del que difunto completara el ciclo de nacimiento-muerte-enacimiento. Además la presencia del símbolo de la espiral se ha vinculado con el Sol, como principal y casi único creador de vida al cual se le demandaba que fuera generoso con las cosechas.
Un símbolo cargado de misticismo que ha superado la prueba del tiempo perdurando a lo largo de la historia en sus diferentes versiones representadas en función de las características de la comunidad o clan que lo acogía como parte de su iconografia. Manifestación primigenia que fue evolucionando a lo largo de todo tiempo hasta llegar prácticamente hasta nuestros dias.
Quizás sea por su seductora e hipnótica forma que guarda una proporcion simétrica la cual llega a reflejar rasgos de la personalidad de aquel que la incorpora como motivo. Uno de los ejemplos más notables es el iconico pintor impresionista Vincent Van Gogh. Quien más o menos recurrente la incorpora dentro de sus cuadros.
Que abordo el concepto de espiral desde diferentes perspectivas, pudiéndose observar a pocos que te fijes en varias de sus obras. Quizás el ejemplo más notable sea el que se puede contemplar producto de las pinceladas que dan forma a los diferentes elementos narrativos de la composición titulada La Noche Estrellada.
Ejecutado a partir de pinceladas violentas a la vez que luminosas que expresan a través de las sinuosas curvas espirales la transparencia espiritual de su autor. Formas ondulantes que crean una sensación de movimiento y misterio casi mágico que parece arrastrarte al interior del cuadro trasladandote a otra dimensión.
Pero aquí no es la intención profundizar en cómo abordo el genio holandés esta técnica y como la aplico a lo largo de su intensa y en ocasiones dramática trayactoria. Sino de comprobar cómo paradojicamente este símbolo aparentemente sencillo y curvo se ha convertido en una de las formas más recurrentes en una corriente relativamente reciente como es la del Land Art.
Y más concretamente como la ha contemplado y aplicado uno de los últimos referentes de este joven movimiento artistico. Una figura la del creador galés Jon Foreman. Que a pesar de no superar el par de décadas de trabajo ya ha dejado constancia, de que su estilo aunque se puede considerar ortodoxo dentro de las fronteras estéticas y conceptuales.
Jon Foreman, un artista galés que crea obras de Land Art en paisajes inesperados y casuales. Su técnica se basa en la creatividad que busca en elementos naturales que encuentra en su entorno y su rendimiento.
De lo que se podría valorar (salvo matices), como el Land Art más militante. Pudiendo recordar la mayor parte de sus obras, tanto las efimeras como aquellas que han perdurado hasta nuestros dias. A autores que mencionados o no como influencias por el propio Jon.
Si mantiene una constante en su diseño y materialización que de alguna manera las hace deudora de la espiral, como uno de los mecanismos espresivos y notorios en sus actuaciones. Actuando como detonante e inspiración en la consecución de sus intervenciones.
La mayoría teniendo por escenarios espacios abiertos localizados en paisajes naturales, como las que ha ejecutado en los alrededores de la localidad de Pembroke cuya herencia marínera sin duda ha moldeado la obra de Jon. El nombre de la ciudad, al igual que el del condado (Haverfordwest), proviene del Cantref de Penfro, que significa Fin de la Tierra o cabeza de tierra en galés.
Términos grandilocuentes que también son del gusto Foreman que los aplica en esculturas cuyas formas caprichosas y simétricas, estructuras de patrones minuciosamente elaborados que podrian haber sido diseñadas por la inteligencia mas sofisticada y refinada producto de la evolución natural.
Obras como Expletio Duo o Lúmenes que datan ambas del cercano de 2021 y que tuvieron como entorno propicio las playas de la cercana Freshwater West. Se trata de piezas que visualmente presentan características singulares, si en el primer caso la estructura consiste en un conjunto que se compone de tres partes que dibuja sobre la arena una sola espiral seleccionando piedras cuya paleta de colores se traducen en un fractal.
En la segunda versión unos pocos más allá, en otro punto de la misma playa presenta un patrón y escala muy similar, la única diferencia es que las piedras estaban previamente colocadas planas. Creando la sensación de movimiento proyectandose en el espacio hacia el exterior a medida que se dispersan.
Las esculturas espirales de Jon Foreman transmiten y crean un atmósfera contemplativa actuando sobre el territorio elaborando una narrativa en la que el paisaje recupera su aspecto mistico.
Hace un año nos anuncia el cierre de la trilogía con una pieza titulada Espiral Druida, la cual se creó en una de las playas de Druidston. Composición más austera que fue realizada con piezas de pizarra, siendo la que más similitudes guarda con una obra totemica y pionera en los inicios del Land Art.
Inspirada por la pieza titulada Spiral Jetty, de 1970, estamos por lo tanto ante una obra precursora y por lo tanto experimental firmada por Robert Smithson. Se trata de una espiral de grandes dimensiones en la que emplearon materiales encontrados en su entorno como rocas, grandes cantidades de tierra además de las algas que se encuentra en el fondo del Gran Lago Salado de Utah, siendo una pieza totemica que trasciende más allá de lo natural simbolizando la idea de infinito una del piedras angulares sobre la que se creó el movimiento.
Admirador de creadores contemporáneos como James Brunt, Michael Grab, Richard Long, and Andy Goldsworthy. Cuya influencia podemos ver en trabajos de lo que se podría considerar su segunda época, en este contexto de madurez intelectual creativa se podrían mencionar obras más elaboradas.
Como las tituladas Creciente en la que el objeto de su inspiración es una de las fases de la Luna, que extendida sobre la arena cobra otro sentido cuando las aguas del mar inundan los recovecos entre las piedras. O Dissicio Quadratum escultura en la que rompe momentáneamente con la curva para tratar una figura geométrica cuyos lados rectos un rombo casi perfecto.
Ya en Fluidus de 2022 Jon se atreve a perfilar una figura en este caso de una especie marina. Empleando piedras de diferentes tamaños a las que tras pintarlas parcialmente, las transformo en los tentáculos de una juguetona medusa de las muchas que durante los días de calurosos de verano se que se acercan a la costa en busca de alguna presa incauta.