Michael Johansson emplea como base la superficie de una figura geométrica. En la mayoría de las ocasiones, un simple cubo rectangular, que posteriormente lo rellena de objetos diversos.
Seleccionados y recogidos del vertedero. Objetos reciclado que tras ser organizados en un orden escrupuloso, se convierten en la materia prima con la que elabora sus instalaciones.
Piezas de aspecto sólido en la mayoría de los casos, tanto las realizadas para exterior como las destinadas a ser exhibidas en espacios interiores. Construyendo narrativas pragmáticas y por momentos minimalistas a través de las que nos describe a una sociedad marcada por el consumo.
Realizando una critica implícita al afán que tenemos por acumular cosas, como en el mal de Diógenes. Conducta toxica por la que se tiende almacenar todo aquello que habitualmente ya no empleamos en nuestra vida cotidiana.
podemos hasta que nos deshacemos de ello. Representaciones que de alguna forman subrayan este tipo de conductas. Por las que Michael crea artefactos pintorescos y de escasa utilidad, piezas que cumplen con la premisa de desbordar los espacios limitados.
Nacido en Trollhättan, Suecia, Johansson estudió en la Academia de Arte de Trondheim, la Kunsthochschule Berlin-Weißensee y el Real Colegio de Arte de Estocolmo, Antes de completar su MFA en Malmö Art Academy en 2005. Incluido dentro de la corriente de artistas como Tony Cragg, Bill Woodrow y Allison Wilding. En su caso crea piezas de Tetris trasladandolo a un espacio fisico. Con las describe arqueologías de la vida cotidiana comprimidas en formas geometricas.
Basura que tras ser reciclada a través de procesos creativos modifica su percepción convirtiéndose en toda una obra. Cuyo diseño pese a no presentar unos estándares estéticos ni muy formales y ortodoxos del el punto de vista estilistico.
Si te inducen a reflexionar como espectador sujeto sobre diferentes aspectos sociales, ya sea desde una óptica militante y critica. O más comprometida de porque necesitamos seguir consumiendo.
Excitados por un mercado siempre dispuesto alimentarnos de novedades. Las cuales en mayoría de las veces no son mas que sucedáneos, argumentando un ciclo infinito en el que participamos irreflexivamente.