Como es la enorme planicie árida de Black Rock Desert en el estado de Nevada. Donde ocupando una pequeña parte en su interior y desde comienzos del XXI, se celebra el festival de vida alternativa y arte distopico más singular al que tal vez se pueda asistir a lo largo del año en Occidente. Aunque el mayor atractivo reside en sus intervenciones realizadas a gran escala.
Cuyos temas y formas esteticas suelen hacer referencia, ya sean a temas de actualidad (en menor medida), u obedecer a uno de los principios y pilares fundamentales sobre los que se cimentó el festival. Y germino hasta convertirse en una de las citas ineludibles de la temporada y que no es otra que la de explorar nuevas formas de convivencia.
Donde todo aquello que tenga que ver con la diversidad tiene un espacio destacado. Para la última edición celebrada en Agosto del año pasado, y tras, por lo tanto disipar toda la rumorologia que había rodeado a su organizacion. Sugiriendo que tras dos años de parón por causa de la pandemia protagonizada por el Covid-19, quizas se había llegado al final de un ciclo, por lo que se temío por su continuidad.
Dudas acerca de una posible cancelación definitiva que finalmente se disiparon, cuando finalmente se pudieron ver en el horizonte como decenas de miles de asistentes. Se aproximaban raudos para volver a montar sus campamentos efimeros, dispuespuestos a participar en alguna de las muchas actividades que se les ofrece a lo largo de un extenso programa que abarca multitud de propuestas.
Aúnque como ya hemos citado, el casi absoluto protagonista suelen ser las megas instalaciones, que construidas en su práctica totalidad in situ y en paralelo al período de tiempo que dura el festival. Se suelen caracterizar por su gran tamaño, propiedad que suelen compartir muchas de ellas, llegando a ocupar cientos de metros cuadrados de superficie. Además de su capacidad para interactuar con su entorno y sobre todo con sus asistentes a través del movimiento que en mayor o menor medida presentan.
Y por último y por encima de todas el tratamiento y la incorporación de un componente luminico sobresaliente, que aparte de dotar de iluminación al recinto, que en otro caso sólo presentaría actividad casi en exclusiva durante las horas de luz diurna. Representa un concepto central en el origen de la elección por parte de los fundadores del festival de este lugar casi místico en esencia.
En el que la presencia de la luz, independientemente de su fuente de producción, se percibe como un lenguaje en sí mismo transcendental. A través del que se puede articular casi cualquier tipo de mensaje más o menos comprensible, con el que poder establecer una comunicación activa y lo más fluida con los asistentes que son envueltos por los haces de particulas, creando una comunión con el paisaje casi magica.
Se trata al fin y al cabo de toda una arquitectura visual donde la lírica y la poesía se alian para transmitir una idea, o simplemente para contribuir a crear un espacio donde sus participantes puedan llegar a empatizar, creando lazos. Donde los fotones de luz sustituyen en alguna medida, a otros lenguajes más comunes como el verbal o el corporal, y que no por ser más accesibles resultan más asertivos.
Cada proyecto supone una inversión prolongada de tiempo en investigación que se requiere para realizar sus trabajos interactivos: en The Last Ocean se emplearon casi dos años en tratar de descubrir cómo se podían coordinar los diferentes elementos que le dan vida, creada a partir de basura plástica, habia diferentes tipos de plásticos que deben fundirse en diferentes niveles. Hubo mucha investigación y experimentación para obtener algo tan simple como una sola tapa.
En este contexto uno de los estudios cuya presencia se espera como uno de los platos fuertes de la reunión, haciendo mas llevaderas las largas e intensas jornadas que dura el festival. Y que casi su inclusión resulta ineludible, es el que encabeza la artista Jen Lewin. Que ha logrado que a lo largo de casi tres décadas de rodearse de un equipo interdisciplinar, con el que ha creado toda una serie de proyectos (de mayor o menor embergadura).
Crear a partir de conceptos como la luz, la movilidad y la interacción con el espectador, siendo las tres piedras angulares sobre los que basculan. Constituyendo está trinidad de propiedades con los que la artista afincada en Brooklin, ha creado su particular Universo. Donde la psicodelia de colores se puede complementar perfectamente con una narrartiva de luces más tenues, con las que Jen trata de fijar una atención en el espectador presidida por la contemplacion.
O instalaciones como en la última titulada The Last Ocean, donde el tema central sobre el que versa es el medio ambiente y más específicamente el cambio climatico. La instalación pretende describir un océano artificial donde apenas pueden sobrevivir especies como el oso polar (uno de los animales más afectados por las consecuencias de las constantes elevaciones de la temperatura).
Que situado en el centro se hierge dominante sobre un mar compuesto por "olas" pentagonales ensambladas a partir de las fórmulas aritméticas desarrolladas por el matemático Majorice Rice. Quien pese a su escasa formación en matemáticas tras leer un artículo en la publicación Scienfic American, descubrio cuatro tipos de teselados pentagonales sobre el plano.
Debate y labor de conciencia medio-ambiental con los que Jen ha adquirido un compromiso con su entorno hasta convertirse poco más o menos que una activista social. Actitud que se ha ido madurando desde que realizara su primer encargo para ser incluida en el marcó del festival. En el que debuta con una pieza más modesta, si se quiere. Titulada Arc Harp, que revisataria con una propuesta actualizada dos años después.
En la primera de 2006 forma parte de la serie Laser Harp, se trata de como ya he citado de Arc Harp una escultura donde la luz de se proyecta a través de sesenta cuerdas diseñadas con el objetivo de que cumpla una función principalmente ludica. Cada una de las cuerdas ligeras en el arpa de arco puede detectar el movimiento, la velocidad y el tempo del usuario. Las cuerdas individuales mezclarán su propia biblioteca de sonidos para crear una profundidad y un tono que complemente la actividad pública y el juego musical aleatorio u organizado.
Su enfoque en su práctica artística es crear obras de arte altamente atractivas y participativas presentando un alto componente de dinámismo en un sentido social y comunicativo. No le interesa hacer un trabajo en el que todos se alineen y se turnen para presionar un botón. Le interesan las obras en las que cien personas pueden jugar dentro de la obra al mismo tiempo, y cada una tiene una experiencia realmente subjetiva.
La segunda participación también consta de una segunda replica, si en la primera de versión de The Pool de 2008, más modesta. Nos sumerge en un mar de luces azuladas, que según su autora nos describe una serie de fenómenos específicos o escenas extraídas de la naturaleza que intenta capturar, reconstruir y revitalizar a través de la tecnología, encontrando inspiración en formas naturales. En la segunda, en gran parte en el lado sintético, fue creada a partir de hileras o plataformas compuestas por luces LED. Pero la inspiración central y de raíz siempre viene de algún instante donde la naturaleza ha estado presente.
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En esta última Lewin continúa ofreciéndonos la oportunidad de presenciar fascinantes fenómenos de iluminación natural. En The Super Pool aumenta el diámetro de The Pool y duplica el número de plataformas en la instalacion, la interacción por lo tanto se duplica aumentando de esta manera el número de escenarios. Invitando a cada individuo a moverse alrededor, entre y en las plataformas, observando cómo sus acciones crean estelas de colores vibrantes a través de la escultura.