Un país tan inmenso como desconocido como es China, puede analizarse desde la aplicación de una diversidad de parámetros politico-sociales. Que sólo plantearlo resulta no sólo un desafío, sino una labor tan desbordante como temeraria que probablemente acabe disuadiendo a cualquiera.
Que valore su limitado tiempo de vida. Quizás parezca una exageración esta afirmación pero sólo tienes que asomar al mapa geografico del gigante asiático, para tomar una mínima conciencia de la empresa que tratas de emprender.
Por esta razón, quizas, el arte con su componente visual y su capacidad de sintesis, se postula como una excelente alternativa. A la hora de querer destacar algun aspecto o rasgo de la cultura local, por mucho que eso implique abarcar más de lo que humanamente se puede.
O de sin querer caer en la inflexión del estereotipo. Comportamiento del que a veces suele adolecer la practica artistica, por lo que es de agradecer que las 1.200 bicicletas escogidas por artista y activista chino AI WeiWei, una por cada millón de habitantes que forman la descomunal demografía que presenta el gigante chino.
No se quedó solo en una lectura efectista y sesgada de una sociedad que ha experimentado cambios sobresalientes en los últimos cincuenta años. Esta desproporción en la asignación de una bicicleta por cada millón de habitantes, revela una metáfora si se quiere dramática.
De una situación que puede colapsar los recursos de una sociedad en su transición de una economía estatalizada a una realidad económica donde el capital posibilita el derecho a la propiedad sobre el producto. La instalación titulada Forever Bicycles, es la única pieza nueva de las colección que ha reunido el artista Ai WeiWei. Para la primera retrospectiva que se dedica en su país a su trayectoria, y que se podrá visitar hasta el 29-01-2.012 en el Taipei Fine Arts Museum.