Antes de que decidiera dedicarse por completo a la actividad artistica dejando en un segundo plano su exitosa carrera profesional en el mundo de la publicidad realizando numerosas campañas para primeras marcas o en el ambito de la comunicación.
La polifacetica artista Colombiana Adriana Marmorek tuvo sus primeros escarceos con la expresión artistica cuando a sus dieciocho años modelo con greda (arcilla arenosa de color blanquecino, que ademas tiene otros usos como solución para eliminar todo tipo de manchas,) lo que en principio pretendia ser una vasija.
Y que finalmente terminó siendo un torso que por sus insignuantes formas ya permitian vislumbrar los rasgos que definirian la identidad como artista, de alguien que sin embargo decidio al final estudiar comunicación social. Pero que paralelamente seguia explorando el ámbito artístico como forma de aproximarse al cuerpo y sus posibildades como vehiculo para expresar ideas.
Relacionadas con la belleza, el placer y lo que ella denomina la simbiosis entre el Eros-Tanatos, o como reinventarse creando vida desde la muerte. Un concepto donde la ecuación bascula entre la transgresión y la practica psicoanalitica, concepto que fue alimentada a traves de la visión de la pelicula de Billy Elliot. Historia que la conmovio y fue un detonante al partir de la que hacer una lectura.
El tiempo como antídoto está presente en muchas de sus obras |
Donde la plasticidad corporal de las modelos con las que trabaja habitualmente para crear una diversidad de piezas donde por momentos se combina la mirada vougeur mas sutil como en sus primeras obras tituladas; A traves del Espejo de (2006), Habitacion Propia también de (2006), o El Tocador de (2009). Con la que cierra una trilogia donde refleja muchas de sus inquietudes.
A las que posteriormente incorpora elementos oniricos, que de forma mas o menos implicita contribuyen a crear una atmosfera surrealista cercana a propuestas esteticas. Como las de la musa del surrealismo Leonora Carrington, donde la naturaleza del deseo se observa en los contornos retorcidos de su primeras figuras de bronce, serie de piezas que pertenecen a su primer epoca formando parte de otra de sus concepciones, que bajo el epigrafe la "arquitectura del deseo".
En las obras de la artista Adriana Marmore se registra lo efimero y lo imprevisible de conceptos como el deseo, el cuerpo y sus capacidades para experimentar placer prescindiendo de ideas preconcebidas y guias.
O en una de sus ultimas creaciones, titulada Relic #17 III - Wedding Gong de (2016), donde la perdida de la inocencia y la perdida del primer amor se consuma de forma dramatica a traves del rito del fuego. En otras obras sin embargo Ariadna opta por mostrarse mas cauta a la vez que analitica, investigando la curiosidad humana por las posibilidades.
Los elementos surrealistas revelan la pulsion del deseo |
Que le puede ofrecer su cuerpo como objeto de placer estetico mas que organico, el cual convierte Ariadna en un sentido modal mas, añadiendolo de esta forma a los que todo conocemos, como son el tacto, el gusto, la vista, el olfato o el oido. En un ejercicio de introspección que abarca los contornos fronterizos del propio sujeto dandoles funciones desconocidas.
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Donde los sentimientos se convierten en lirica en imagenes donde los gestos buscan alargarse buscando una empatia con la que crear una complicidad con el espectador que las contempla haciendo su propia interpretación desde una optica serena. A este apartado pertenecen obras como "Terminaron", "Hablame Amor" o la malograda "Anima" de (2015).
Tienen como material narrativo objetos donados de forma anonima y con los que la artista transmite diferentes emociones provocadas dentro y a lo largo de una relación, ya sean desencuentros de pareja, abruptos finales o felices relaciones que perduran en el tiempo y en la confianza que uno deposita en esa relación a veces de forma incondicional.