Cada vez es menos frecuente ver la clásicas cabinas telefónicas que antaño formaban parte del mobiliario urbano en cualquier ciudad, siendo un elemento cuyo reciclaje suele numerosos inconvenientes.
Uno de estos handicaps a la hora de desmontarla tiene que ver con que sus componentes son de escasa utilidad, más allá de para lo que originalmente fueron concebidas. A pesar de estos problemas en el tratamiento de los residuos que generan su retirada del espacio publico.
En nuestras ciudades, hoy en día su uso es practicamente nulo concertrándose las pocas que quedan, en aquellas localizaciones que ya sea por su valor estético, o por qué su presencia suponen un aliciente turístico para la ciudad que representan, como las iconicas cabinas de madera de las que todavía quedan algunas en puntos estrategicos de la ciudad.
Con el objetivo de concienciar a la población sobre el deterioro de los ecosistemas marinos. El artista Bufalino Benedetto que contó con la colaboración de diseñador especializado en iluminación Benoit Deseille crearon entre los años 2.007 y 2.011 el proyecto creativo-social Phone Booth Aquarium.
Tratandose de una instalación de carácter urbano e inmersiva en la que utilizaron una cabina de teléfonos como contenedor donde reproducir el hábitat de un acuario domestico.
El acuario que se iluminaba cuando caía el anochecer jugaba con la figura metafórica de la comunicación en un contexto narrativo-social alimentado por la ficción a la que de forma constante estamos expuestos. En este caso representada por una cabina telefónica en desuso y relegada al ostracismo debido a la innovación tecnológica que ha supuesto la irrupción de la era digital. De forma similar a lo que sucede con el entorno natural que es descontextualizado siendo reproducido artificialmente creando un entorno que en lo estético obedece a su entorno natural pero que no tiene en cuenta sus limitaciones espaciales y biologicas.