Stillness in Motion (Quietud en movimiento), es una escultura de apariencia totemica realizada con material orgánico y por lo tanto hasta cierto grado efímera y perecedera. Firmada por la artista con sede en Cleveland en el estado americano de Ohio Olga Ziemska.
Para su elaboración empleo ramas de sauce que tras ser seleccionadas sirvieron para dar forma y crear los contornos de figuras de complexión humana más o menos complejas, que encarnan a las criaturas y los espíritus del bosque y su mitologia.
Sus obras exploran conceptualmente y se nutren de referencias más o menos complejas que se inspirán de ámbitos como la escultura, la filosofía y la ciencia y su interés en las bases místicas de la existencia. Olga trata de hacer visibles los conceptos o propiedades que son imperceptibles a simple vista.
Tales como las células que constituyen de cualquier organismo vivo o las particulas a escala atómica que forman de los campos magnéticos. Elementos con los que establece asociaciones visuales entre lo visible y lo invisible o microscópico.
Asociaciones que ella traslada de forma poética en términos artistico poniendo de relieve la interrelación simbiotica que existe entre todas las cosas. Stillness in Motion se instaló en 2003 en el Centro de Escultura de en Oronsko en Polonia.
Segun palabras de Olga la actividad creativa nos permite percibir e interpretar la realidad con la que nos relacionamos desde una posición subjetiva. Además de cuestionar y analizar una diversidad de conductas desde un enfoque ético que empleamos en un contexto cotidiano.
Provocando que nos comprometamonos con nuestra comunidad. El arte tanto en términos odontologicos como estéticos nos proporciona la experiencia y las herramientas que nos ayudan a entender y ver más lejos en la naturaleza del mundo que nos alberga.
La piezas de Olga Ziemska que se circunscriben entre la escultura y su rendimiento en términos de expresión corporal y tendencias más vanguardistas y comprometidas como las del Land Art, tienen como propósito tender puentes entre nosotros y nuestro entorno natural, provocando una epifanía en nuestra conciencia más allá de la imagen que refleja el espejo de nosotros mismos abriendo la puerta al infinito.
En este sentido utilizamos la ciencia para explicar nuestro mundo físico, pero el arte puede dar volumen y contexto con lo mas profundo y desconocido de nuestra humanidad. Revelandonos arista de una realidad poliédrica cuyo tejido es etéreo y volatil.
Por ejemplo responden a una imagen romántica por la que creemos que las estrellas están hechas de polvo interestelar en vez de campos de fuerza a escala atómica. Una posición que es producto de la idealización que reproduce una y otra vez el pequeño inquisidor que llevamos todos dentro y que se niega a reconocer los efectos de sus acciones y el paso del tiempo.