En los últimos 25 años, se ha conseguido ir reduciendo paulatinamente el número de ictus y disminuir hasta el 50% su mortalidad. Una buena parte de este éxito se debe al creciente control de su factor de riesgo más importante, que no es otra que la hipertensión arterial, entre los grupos de riesgo que tienen mas posibilidades de sufrir un episodio por ictus a todos aquellos que padecen una enfermedad cardiovascular, predominante los pacientes que padecen arteriosclerosis de las arterias coronarias y el infarto de miocardio (cardiopatías isquémicas).
Lamentablemente a día de hoy no existe ningún tratamiento para tratar las consecuencias de padecer un episodio por ictus cerebral, salvo medidas preventiva que traten de modificar los habitos nocivos que contribuye a crear las condiciones óptimas por las que se puede originar un ictus.
Ahora un estudio en el que han participado especialistas de diferentes países encabezado por Harald Schmidt de la Universidad de Maastricht (Holanda), ha identificado una posible diana terapéutica, en la inhibicion de la enzima NOX2 que esta implicada en el proceso de deterioro neuronal que se produce despues de sufrir un ictus cerebral, debido a que es la responsable de generar peróxido de hidrógeno (H2O2).
Para llegar a esta conclusión se realizo diversos en los que se empleo ratones modificados genéticamente, a los que se les suprimo la enzima NOX2, posteriormente se les indujo un ictus, los autores del ensayo observaron como los ratones que carecían de NOX2 presentaban una lesión cerebral mas atenuada, además en las pruebas realizadas para medir sus funciones motoras y de coordinación estuvieron muy por encima de los ejemplares, que no habían sido modificados genéticamente.
La noticia positiva es que ya existe un fármaco que al administrarse bloquea la enzima NOX2, denominado VAS2870 ha sido desarrollado por la empresa biotecnologica Vasopharm, que ha demostrado que reduce los daños producido por esteres oxidativo, un mecanismo que aglutina especies reactivas de oxígeno (ERO) dentro de una célula, incluso si se administra horas después de sufrir un ataque de ictus, no afectando a otros órganos implicados en el sistema cardiovascular.
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