Hay espacios que parecen que permanecen inalterados independientemente de tiempo que le suceda, sobre todo si nos referimos a paisajes naturales, que aunque cada vez se puedan contar menos en numero se conservan salvo pequeñas variaciones practicamente bajo los mismos parámetros evolutivos que hace millones de años.
Por poner un ejemplo de las cordilleras, se trata de accidentes geográficos que salvo raras excepciones, no se han visto alterados por la presencia del ser humano, salvo, quizás en aquellas actividades asociadas con las perforaciones mineras, modificación que se observan principalmente.
En aquellas explotaciones a cielo abierto, donde a poco que te fijes si puedes apreciar como las características primegenias del territorio, si presentan una alteración en su entorno. Que en mayor o menor grado ha propiciado una transformación de ese espacio, e incluso existen explotaciones mineras. Que debido al largo intervalo tiempo y a la agresividad con la que se ha operado sobre ese espacio.
Poco a poco han visto como aquellas cualidades que caracterizaban su morfología se han diluido, hasta dejar los diferentes accidentes geográficos que lo conformaban prácticamente irreconocibles. Este oxioma que se pueda aplicar al entorno natural, sin embargo se desmorona cuando lo observamos desde el punto de vista de un urbanista.
Pues es en las ciudades es donde la volatilidad de los cambios y transformaciones del tejido urbano mudan reduciéndose a una unidad temporal mínima. Hasta el extremo de que dependiendo de los elementos urbanisticos, arquitectonicos, culturales, económicos o por ejemplo religiosos impiden de alguna forma que perduren en el tiempo.
Perteneciente a su serie más conocida titulada Afghanistán Chronotopia, donde su autor nos muestra los efectos de un conflicto sobre el paisaje
O al menos que se ralenticen en mayor o menor medida afectando de forma más gradual y transversal, a la composición y funcionamiento de ese ecosistema urbano y sociologico, empobreciendo o por el contrario enriqueciendo las dinámicas que se establecen entre el conjunto de ciudadanos que lo habitan y la totalidad de los agentes sociales bajo cuya jurisdicción se encuentran.
Esta sensación de estar ante una sociedad tribal, en la que el paso del tiempo se había detenido por completo, lo experimente de forma súbita viendo los trabajos del prestigioso fotográfico especializado en paisajísmo intervenido. Simon Norfolk, cuya serie titulada Afghanistan Chronotopia, (segundo término que etimologicamente es una composición que proviene de las palabras griegas topos que traducida al español sería lugar y cronos que traduciría como tiempo).
Te ofrece un excelente análisis fotografico de los escasos cambios a los que han sido expuestos una sociedad tan tribal en muchos aspectos como es el conglomerado de clanes que han moldeado dando forma a la sociedad afgana desde hace cientos de años.
Y por lo tanto de los espacios que habitan, ya sea en las escasas ciudades con las que cuentan, o en el diseminado entorno rural. Donde se concentra buena parte de la población, paisaje rural donde los ecos de la civilización apenas han hecho acto de presencia, haciendose más notable si cabe esa inalterebilidad en el paso del tiempo.
El fotógrafo Simon Nortfolk retrata los restos del naufragio que transforman tanto el paisaje urbano como el humano tras un conflicto.
Una sensación de casi congelación del paso del tiempo, y de estar ante un sociedad cuya arquitectura se sigue construyendo aplicando patrones arcaicos que se agudizan aún más si cabe. Cuando te das cuenta no sin cierta sorpresa, que la selección de instantáneas que forman parte de aquellos extraordinarios trabajos tienen alrededor de veinte años.
Algo que a mí personalmente me dejó atónito cuando contrastaba estas fotografías, que en su momento pensé que eran absolumente actuales, con las innumerables aportaciones graficas de otros reporteros más especializados que estaban trabajando sobre el terreno durante la penúltima y más reciente crisis sufrida por este pais durante el verano de 2020.
Pudiendo corroborar las heridas y el grado deterioro sufrido por el pueblo afgano, como consecuencia de ser un país, cuya reciente historia se destaca por encontrarse en un constante conflicto el cual ha devorado sus cimientos en términos morales y sociales. Viendo como el estándar de desarrollo no solamente no ha avanzado durante el último siglo.
Uno de los muchos edificios que apenas se sostienen en pie enAfganistán, tras sucesivos de colonizacion
Sino que más bien y objetivamente ha retrocedido, hasta casi ofrecer unos índices, que independientemente del ámbito y del baremo que apliques, arroja un resultado que te transmite una sensación cuando menos desoladora. Donde el término esperanza pierde y carece de significado alguno, condenando a este país a un perpetuo divagar.
Sensación de pesadumbre que permanece latente en tus pupilas, cuando tienes la oportunidad de "deleitarte" con la sensibilidad que despliega este fotógrafo nacido en la ciudad de Lagos en Nigeria en a mediados de 1963.
Residente en la ciudad de Kabul, la fotógrafia de Simon explora los estragos que transforman el paisaje después de un episodio conflictivo.
Y que en la actualidad tiene su sede en la capital afgana de Kabul. En proyectos donde el tema central donde se enfoca en la transformación del paisaje, ya sea en un contexto urbano o cuando se traslada a lo más remoto del caucaso fotografiando los efectos que dejan las grandes piezas de artillería abandonadas.
Cicatrices que dependiendo de cercanía en el tiempo y de lo reciente que sean, se han integrado en el paisaje, siendo absorbidas sino directamente borradas exhibiendose como si fueran elementos productos "generados de forma natural" por el propio entorno. Metamorfosis del territorio que también se convierte en materia en los trabajos de Simon.
Por citar uno de los muchos que puedes hojear en su web, recomendarte el titulado The Battlespace, trabajo a camino entre el reportaje de actualidad y el documental. Donde Simon dirige su mirada con soltura fijandola en paisajes donde los efectos de la guerra todavía siguen vigentes sobre el paisaje, llegando a condicionar la vida de los habitantes muchos años despues de que finalizarán.
Tomadas a caballo entre los conflictos de Irak y Afganistán. Simon construye un relato visual que deliberadamente se obstina en descargarlo de artificio alguno. Tampoco se empeña en buscar con su objetivo tomas que fascinen por su crudeza y visceralidad.
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Simplemente encuadra el lugar con discreción, no se ven posturas en las escasas figuras humanas que aparecen en las fotografías, uno diría que por casualidad. Como si los testimonios de lo que en un determinado lugar sucedió se expresarán de forma más categórica y elocuente a través de los objetos que han perdurado en el tiempo.
Quizas esa naturalidad en la imagen sea el resultado de que Simon, utiliza la técnica clásica de placas para revelar unas fotografias, caracterizadas una mezcla de lírica y de frialdad, mezcla que facilita una reflexión que va mas allá de la inmediatez del impacto visual que provocan en el sique del espectador.