Pripyat la ciudad después del desastre nuclear de Chernobil

 


Si hay un lugar en el imaginario de cualquier practicante de urbex, ya sea aquel que atesora cierta experiencia o por el contrario sea alguien que está comenzando a aventurarse en la exploración urbana de lugares abandonados. Son los restos de la ciudad perimetrada de Pripyat, una ciudad que languidece dentro de la zona de exclusión de Chernobil.


Devorada por la maleza tras más de treinta y cinco años desde el que un aciago 26 de abril de 1986, se activarán todas las alarmas en la central nuclear que hoy en día protegida por la vasija más grande del mundo, permanece inmóvil, congelada en un inquietante letargo casi eterno. Debido a que en uno de sus reactores de fisión nuclear se colapso, comenzando a emitir cantidades de radiación hasta entonces desconocidas por la humanidad. 


Lo que provocó que las autoridades adoptarán como primera medida evacuar a la totalidad de los 40000 habitantes con los que en aquel entonces contaba en aquel momento. Una medida que buscaba priorizar la protección de una población que desconcertada por la escasa información que había recibido en relación a unos acontecimientos sobre los que se les ocultaron de forma deliberada todo detalle. Obedecía de forma dócil y apresurada dejando atrás prácticamente todas sus pertenencias y enseres. 


Restos de un proyecto de urbanización colosal, por lo que la antigua Unión Sovietica había desarrollado y acelerado las obras de construcción desde cero. De lo que hasta ese momento se podía considerar la urbanicion ex-frofeso del núcleo poblado más grande del mundo, si exceptuamos la ciudad de Brasilia, que desde su finalization se convirtió en la capital de Brasil, siendo concebida por el arquitecto Oscar Niemayer


Un proyecto que desde que de forma apresurada pero metódica fuera abandonado ha cedido prácticamente a los rigores del paso del tiempo prácticamente convirtiendose en una ciudad fantasmal y por momentos tetrica. Cuyas cicatrices se observan nada más acercarse a sus inmediaciones. Ya sea andando por cuenta propia y riesgo tras recorrer los 18 kilómetros que la separa de la ciudad de Chernobil. 

Interior decrépito de uno los hospitales que atendía a la poblacion


Trayecto paralelo a las riberas del rio Pripyat, qué implica invertir  alrededor de hora en una plácida caminata. Opción que no suele ser muy recomendable, pues en todo el perimetro que rodea el término municipal en un radio de treinta kilometros a la redonda desde la zona cero. Las fuerzas de seguridad ucranianas han establecido un fuerte dispositivo de seguridad y video vigilancia. 


Por lo que al igual que casi las 70000 personas que se estiman que se adentran cada año en las diferentes áreas restringuidas que forman parte tanto de la ciudad como de su entorno más proximo. Antes contrataron alguno de los denominados comandos furtivos, que operan principalmente desde Kiev


Y que por una módica cantidad te garantizan una visita segura a algunos de los muchos puntos de interés, además de proveerte de un contador geyger con el que podrás evaluar los diferentes niveles de particulas radiactivas que emiten en diferentes areas. Lugares que pese a la persistencia del tiempo y los estragos que ha producido en el conjunto del mobiliario de esta ciudad todavía se pueden visitar salvo excepciones. Deterioro que se aprecia a un más en los días plomizos, cuando las temperaturas descienden de forma drastica debido a los vientos gélidos provenientes de noreste siberiano. 


Cuya fuerza azota a la cada vez más numerosa vegetación que en muchos casos ha conseguido no solo camuflar sino engullir literalmente muchos de los edificios de esta singular ciudad. Algo que llama poderosamente la atención. Pues los altos índices de radiación que observaron los científicos en las semanas inmediatamente posteriores a la fuga.


Las ruinas relativamente recientes de la ciudad de Pripyat evocan a la vez que desafían a los instintos más primitivos sumergiendote en la exploración de un lugar donde los espectros inertes nos susurran un pasado que no se debería repetir. 



Afectaron principalmente tanto a la fauna como a los densos bosques que se encuentran en el entorno próximo a lo que hoy es el sarcófago, experimentando un descenso drástico en su población. A los que sobrevieron se les acabo aplicando el apelativo del Bosque Rojo. Tonalidad que finalmente se ha convertido en el fenotipo dominante en la zona. 


Y que se puede apreciar con más contundencia cuando declina el día y el sol se dibuja en el horizonte. Fenómeno que en menor número se aprecia en la vegetación que devora todo tipo de edificaciones, aunque se suelen endocitar aquellos que por su aislamiento presentan unas parcelas cuyas extensiones de terreno son mayores.


Cómo en la que encuentra el Hotel Polissya,  uno de los edificios más altos de Pripyat, que casi se puede divisar desde casi cualquier de una ciudad, que se empezó a construir en 1970 y que esperaba alcanzar los 80000 habitantes en su máximo apogeo. Lo que la convertiría en la segunda localidad más poblada de Ucrania, superando incluso a Sebastopol. Siendo uno de los símbolos del desastre nuclear. Fue construido en 1975 para alojar principalmente a los operarios especializados que trabajaba de forma temporal en la central. 

Treinta y cinco años después de la tragedia el hotel Polissya presenta una estampa fantasmal

O el cine Prometheus de Pripyat que era uno de los lugares más populares de la ciudad para reunirse y tener una tarde de ocio viendo películas o disfrutando de su cafetería interior. Aunque la programación estaba compuesta por un catálogo de películas seleccionadas tras haber pasado la rigurosa censura soviética. De sus instalaciones cinematográficas, apenas queda algunos restos del mobiliario como son algunas filas desdentadas de butacas del aforo, o la pantalla de exhibición que raida por la mitad parece que va ha desplomarse en cualquier momento. 


Según avanzas hacia el centro de esta ciudad también conocida como la ciudad de las rosas, seudónimo con la que se bautizo porque a todos y cada un los vecinos que se añadían a su censo. Se les entregaba como presente de bienvenida un rosal, al cual se le asignaba un lugar de cultivo en unos de los cientos de jardines que había por todo el área metropolitana. 


En las escasas butacas de lo que en principio se iba a llamar el cine Uranio se dice que se ha visto algunos de los espíritus de la alta jerarquía sovietica

Zonas y espacios verdes que fueron los primeros en desaparecer fruto de las sucesivas oleadas de radiación, que transformaron de forma radical de la noche a la mañana. Y que por mucho que te empeñes apenas puede imaginar. Aún llegando a las inmediaciones de amplias avenidas como la de los Entusiastas y la calle de la Amistad de los Pueblos.



Donde de manera infructuosa, como otros cientos quizas miles de visitantes que te precedieron a ti. buscas un letrero con el eslogan «átomo pacífico» (en ruso: мирный атом, mirny átom). Un nudo georgiano de difícil interpretación a la par que sugestivo, y que en todo caso indica las profundas connotaciones sociales y políticas a partir de las que se expandió una ciudad. 


Que fue idealizada por las élites soviéticas proyectandola como ejemplo urbanístico y social, de lo que en un futuro debían ser los principales argumentos políticos y arquitectónicos que proyectará la Unión Sovietica. Que se tendrían que contemplar a la hora de crear uno de los muchos asentamientos que estaban planeados realizar en décadas venideras. 


A día de hoy existen diferentes proyectos que planean la utilización del suelo en esa zona de Chernobyl para generar energía mediante paneles solares, toda una paradoja histórica. 


Sitios más llamativos donde estilos como el Brutalismo compartirían su protagonismo incorporando referencias más occidentales de las que sus arquitectos no se podían abstraer. Detalles sutiles de los que apenas queda algún vestigio. Pero que podrás imaginar si te has documentado antes de visita por ejemplo el Centro Cultural Energetik. Se trataba de un pabellón multiusos que contaba con un edificio de administración adyacente. Donde se intentó dinamizar el espacio a través de grandes ventanales. 


O el café Prípiat (que se encontraba cerca del río), único y en el centro de la ciudad, cerca del Bulevar Lenin. Se trataba de lugares altamente frecuentados en un enclave que había sido planificado como lo que se conoció posteriormente como una ciudad dormitorio. Donde las distracciones y los momentos de ocio y el tiempo libre se circunscriben actividades realizadas principalmente en el exterior.

Cristalera interior del bar de Pripyat, una mezcla de Art Nouveau y arte sacro

Percepción de los usos del tiempo libre que pudo variar sustancialmente si poco días antes de su cuando el 26 de abril estalló el reactor 4 de la Central nuclear de Chernóbil. Pues la inauguración oficial del parque de atracciones estaba programada para el uno de mayo de 1986, coincidiendo de esta forma con el Día del Trabajador, fiesta nacional en la entonces Unión Soviética.


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Parque cuyas atracciones han sido colonizada por numerosas aves y algunas manadas de lobos que merodean por los alrededores. La imponente noria que se levanta como testigo mudo, de lo que iba a ser el resurgimiento del sovietico. Y que proyecta su larga sombra por otro de los equipamientos emblematicos con los que contaba sus ciudadanos, siendo utilizada principalmente los fines de semana. 


Se trataba de la piscina cubierta Azur, quizás el principal lugar de reunión, sobre todo en los meses a lo largo que transcurría el frío y crudo invierno. Construida dentro del programa marcó de actuaciones iniciado en 1970. Estamos ante uno de los pocos edificios que mantuvo su actividad después de la catástrofe nuclear. Estando en fncionamiento hasta 1998, Doce años después del accidente. Durante aquel tiempo, las instalaciones de la piscina fueron utilizadas por los bautizados como liquidadores. A pesar de los altos niveles de radiación del área, la piscina está considerada uno de los puntos más limpios de la ciudad,​ sin embargo, tanto esta como la cancha de baloncesto adyacente está en un avanzado estado de deterioro.


Si nos alejamos un poco la ciudad nos toparemos con la majestuosidad del Radar Guda, un casi intimidante muro de acero que alcanza los 700 metros de largo y una altura máxima de cien metros cuya contemplación en toda su extensión puede provocar vertigo. Y que debido a la enorme financiación que habría que invertir en su desmontaje. Se mantiene en pie, aunque ya hay alguna sección que por efecto de estar muy expuesta a los rigores del clima se ha desprendido. Por lo se recomienda a los incautos que no escale hasta su cima, la que por otra parte ofrece una panorámica excepcional del todo el área que abarca la ciudad hasta divisar la glaciar figura del sarcófago sobre cuya superficie plateada despuntan los rayos del sol.


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