Una de los cambios que mas me han llamado la atencion como efecto del periodo de confinamiento producto del decreto de alarma sanitaria debido a la pandemia del Sars Covid-2, fue la transformacion paisajistica que se pudo observar en muchos lugares y rincones, fenómeno de parasitacion vegetal que sobretodo en las grandes ciudades.
Se trataba de la aparición de incipientes restos de vegetación que en muchos casos (la mayoria) asomaban a través de los alcorques de arboles, pequeñas hendiduras, recovecos o grietas en paredes o tabiques, pero que en otros muchos casos se podrian considerar que la marabunta y la voracidad de las plantas invadian cualquier tipo de superficie independientemente del material con el que estuviera fabricada.
Exhibiendo una capacidad de adaptación asombrosa en principio a un medio totalmente ajeno y adverso, a un entorno muy hostil respecto a las propiedades oeganicas de la diversidad de especies que han aflorado en nuestras ciudades en un intervalo de tiempo relativamente breve.
Si se analiza fríamente se podria pensar que estamos asistiendo a un acto de rebelión por parte del mundo vegetal, que reinvidica por derecho lo que considera legítimamente suyo, un conato de sediccion cuya prolongación en el tiempo será en todo caso efimera.
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En total asistieron 2000 plantas como publicó representado a la totalidad de las especies de la ciudad |
O una alegoría bíblica antesala de lo que nos espera como no nos concieciemos de la importancia de contrarrestar los efectos del cambio climático, pero en el fondo creo que representa un epitome, o si se quiere una reacción concruente vinculada a las mínimas condiciones de habitabilidad que precisa casi cualquier variante perteneciente al reino de vegetal para crecer e incluso transformar las características del paisaje urbano que le rodea.
Hasta el extremo de que lo que atentaba amenazando su supervivencia, lo convierten en su aliado de tal manera que les acaba favoreciendo, un proceso que en bucle lo completan una y mil veces dejando que la naturaleza fluya, una cadencia cuya armonia al final restablece el equilibrio natural.
La gala organizada en el Teatro Liceo de Barcelona con la asistencia como público de plantas que aborraton su aforo, simboliza la solidaridad del mundo del arte con la comunidad del ámbito de la sanidad publica y su dedicación a los demás.
Liberando la tensión, el nudo que les amenaza en forma de polucion, reconciliandolas con su entorno natural. Como lo que sucedió en junio del año pasado en el teatro el Liceo de Barcelona cuando el cuarteto UceLi Quartet, consiguió arrancar una ovación metaforica de las 2292 plantas.
De los diversos tipos de plantas que escuchaban atentamente y con rigurosa discreción, las notas embriagadoras de una bella y concisa pieza del compositor italiano especializado en la composición de libretos para ópera Giacomo Puccini. Que escribió en enero de 1890 esta breve (algo inusual en su trayectoria) pieza para cuarteto de cuerda en homenaje póstumo.
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Tras finalizar el concierto las plantas fueron distribuidas entre los facultativos de un hospital local |
Al segundo hijo del rey Víctor Manuel II, Amadeo de Saboya, duque de Aosta y rey de España. Titulada Crisantemi en referencia al tipo de plantas que suelen emplearse tradicionalmente cuando se produce una defuncion para honrar al fallecido.
Finalizada tan singular interpretación el público (no menos singular) a pesar de que no pudo ponerse en pie para aplaudir (por razones obvias) fervorosamente al cuarteto que tan virtuosamente había inundado con tan bella melodia cada rincon de este templo de la música que es el Liceo.
La iniciativa para la organización de esta velada partio del artista conceptual Eugenio Ampudia, una idea con la que ha querido reconocer el compromiso de la práctica artística con la labor desarrollada por el personal sanitario, por lo que tras finalizar la interpretación se entrego una planta a cada uno de los empleados del Hospital Cinic de la ciudad de Barcelona.