Su autor los define como formas encapsuladas que redifinen la naturaleza que reflexionan sobre lo importante lo que es recuperar la presencia de la naturaleza en nuestras vidas. Elaboradas sobre planchas de madera reproducen paisajes inertes donde los materiales elaborados vuelven a iniciar su ciclo vital.
El espectador puede adentrarse en esta arquitectura artística e inmersiva donde se revela un universo único e íntimo, que camina entre el tenue horizonte y el borde del realismo y la ensoñación. Un paisaje imaginario, una locura rural donde el ojo vaga sin brújula entre la maleza, del bosque a la cueva de Platón en un ciclo sin fin.
El virtuosismo de la creación de Eva Jospin encuentra aquí su expresión más monumental y notable, explorando las profundidades visuales y metafóricas del cartón, su material preferido, para transformarlo en un viaje de descubrimiento por la yuxtaposición y superposición de múltiples capas que han sido esculpidas, cortadas y moldeadas.
Los bordes corrugados del cartón forman una textura convincente que reproducen la corteza de los árboles, y el color natural del papel funciona combinando con los colores ocres de un bosque otoñal. El proyecto de Jospin es valioso no solo como una intrigante obra de arte, sino también porque nos recuerda el verdadero origen de los productos de papel que tan a menudo damos por sentado.
Una obra espectacular, atemporal y universal, convirtiéndose en la estela proyectada por un faro, en la ultima llamada para viajar en el espacio y el tiempo y poder contemplar en todo su esplendor el paisaje primigenio Una invitación dirigida a todo aquel que esté dispuesto a renunciar por un instante a este mundo artificial, y andar por el camino de la imaginación.