Recientemente me he deshecho de mi nutrida colección de cassettes (nunca he sabido muy bien como se pronunciaba este termino de origen anglosajón). Selección que estaba formada en su inmensa mayoría por grabaciones de escasa calidad.
Y algún que otro tesoro que acabe descubriendo que en el Ebay mostraba una cotización era equivalente a la del barril de brent durante el periodo de la invasión de Irak.
Técnicamente mas que deshacerme, que no deja de ser un término que suena peyorativo.
Debería decir que realice una donación en forma de material divulgativo cultural a una entidad benéfica, pero como seguramente ya haya deducido no es cierto. Conozco de casos que el final ha sido menos honroso, arrojando las al deposito de la basura comun.
Ni siquiera sus dueños consideraron la posibilidad de reciclarlas para otros usos como en el caso de la artista Erika Iris Simmons residente en St. Louis (Estados Unidos).
Que en su serie titulada Ghost in the Machine compuesta por instalaciones, en la que ha combinado algunos de los iconos mas representativos de la cultura Pop del siglo XX y los formatos tecnologicos con los que se reproducía su obra, vigentes en su época.
Y realizando un ejercicio de introspección y también de nostalgia las ha utilizado como argumento creativo para retratar a una diversidad de iconos. En su particular galería de homenajeados ser reunen luminarias como Marilyn Monroe, Robert Smith, Van Morrison, Ian Astbury, Madonna, Albert Einstein, Nick Cave, Patty Smith, Trent Reznor, Santana o Traci Lords.
Entre otros muchos que son objeto y participes de un experiencia donde se aunan el arte conceptual, el valor de la materia reciclada y la nostalgia en relacion a un pasado que tanto en términos tecnologicos como culturales marcaron nuestras vidas.
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