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Alex Gross, La ilusión POP de un futuro cancelado

El surrealismo como corriente artística desde que hizo aparición coincidendo con los albores del Siglo XX, ya se postulaba como un movimiento expresivo que trascendia lo puramente estetico. Aparte de tener una connotación evidente desde sus inicios.


Que lo vínculaba en mayor o menor medida con la exploración del inconsciente teniendo por lo tanto algo más que un coqueteo con la escuela de Viena y el psicoanálisis, como práctica que de alguna sentó las bases para describir la exploración de nuestro universo onirico. Matiz al que hizo referencia Andre Breton en su celebre Manifiesto Surrealista.  


También tuvo una interpretación o capacidad para que muchas de las obras se pudieran prestar para realizar análisis o lecturas político-sociales, de las que aparte de su capacidad alegorica. Se convirtieran en una crónica de los episodios y acontecimientos de los que asistiamos como individuos.


Describenddo con mayor o menos fortuna las pautas de comportamiento, que tanto en términos individuales como colectivos estábamos adquiriendo. Abriendo debates altamente sugestivos en términos etno-antropologicos relativos a nuestros estándares de conducta como seres humanos.


Dentro de la prolífica obra del artista Alex Gross residente en la ciudad californiana de Los Angeles, se muestra  una tendencia a aplicar este enfoque analítico. Ejercicio a través del que nos hace un inventario de una sociedad individualizada.


En base al valor del consumo y los valores estéticos que atomiza la conducta del individuo, presentándolo como un zombie iluminado por la religión de la cultura POP. Cuyo componente artístico hace acto de presencia no solamente a la hora de añadir.


Elementos y objetos pertenecientes a la era digital, haciendo continuas referencias a la cada vez más imnipresente tecnológia y el exceso de información. Transmitida en bucle por la doctrina del pensamiento único. Donde la tentación esta representada por la cabeza de la hidra que se divide y multiplica, proyectandose de sus cuencas. 


Marcas comerciales se alternan con iconos de cultura popular, y figuras políticas que han marcado una época, en composiciones donde cohabitan elementos surrealistas, pop y figurativos.