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Patrick Bremer - Retratos reciclados que exploran aquello que desconocemos


La  personalidad de un individuo es como las múltiples capas de piel de una cebolla, cada pliegue se traduce en un rasgo particular de una persona, conductas que determinan nuestras relaciones tanto en lo afectivo, como en lo intelectual y lo profesional.


Virtudes y defectos que a lo largo de su vida se repiten completando un ciclo en un ejercicio de reciclaje que le enriquece. El artista Patrick Bremer aplica la técnica del collage a sus retratos. Empleando recortes de periódico, crea retratos con múltiples capas de papel reciclado.


En los que cada tira de papel corresponde a un estado emocional experimentado por el sujeto a lo largo de vida. La obra transmite una sensación tanto de la violencia en los trozos gruesos combinados con una meticulosidad que los resultados de los retratos humanos muy detalladas o escenas.




Patrick Bremer nació en Brighton UK en 1982. Estudió pintura en Wimbledon College of Art en Londres. Su trabajo principalmente se centra en la figura y el retrato, al óleo o collage. En 2007 ganó el Premio Fundación DeLazlo por sus retratos en The Mall Galleries de Londres. 


Aunque su retratos destacan fragmentados destacan por su luminosidad en otro contexto pueden recordar pueden recordar, a artistas mas barrocos y crudos como Lucien Freud o Ron Mueck.


Los collages de Bremer se adentran a menudo en el surrealismo. Surgiendo escenarios oníricos que desdibujan los límites entre la realidad y la imaginación. Su obra invita al espectador a adentrarse en estos mundos alternativos y a cuestionar sus propias percepciones.






Max Papeschi - Caricatura histórica de la cultura Pop


Me pregunto si el artista Italiano se vera obligado a pagar derechos de autor, por utilizar la imagen de algunos de los iconos del arte de la animación del siglo XX, para realizar sus irreverentes caricaturas de dictadores genocidas, deidades e imagenes monoteístas y mascotas del consumo de masas y comida rapida.

Ejercicios iconoclastas que este outsider y elefant terrible de la cultura Pop más irreverente y de la forma bizarra posible. asocia con acontecimientos que representan hechos históricos, de los que como seres racionales nos tendrían que hacer reflexionar.

O al menos de los que tendríamos que guardar una memoria más o menos aproximada. Algo que lamentablemente no siempre sucede asi, provocandonos lapsus de anexia colectiva. Que lejos de ser casuales no parecen que queremos ignorar o directamente tergiversar determinados aconcentimientos historicos.


Que por su trascendia y connotaciones socio-politico deberíamos tratar de conservar en nuestra memoria colectiva sin ambigüedades. Y que Max de forma incisiva ya se encarga de recordarnos esta impostura devolviendonos un poco de la perspectiva perdida que tenemos sobre la realidad.

Un equilibrio necesario, al que el, por otra parte le añade ciertas dosis de humor, un tanto cáustico si se quiere. A medio camino entre la caricatura destinada a la sección de humor de cualquier rotativa y el periodismo de investigación. 



Fue a raíz de cuando intervino realizando un gran mural a gran escala sobre una fachada de un edificio en el centro de Poznan en Polonia, accion activista que lo proyecta en la escena global.


El artista Max Papeschi, haciendo gala de una acidez y humor sardónico. Nos muestra sin tapujos cual el proceso por el que la mas cruda realidad se suele tamizar, para que nos resulte mas fácil de digerir. 

Después de una experiencia como autor y director de teatro, televisión y cine, Max Papeschi se inicia con el arte digital. Como artista figurativo su acercamiento con el mundo del arte tuvo éxito inmediato entre los críticos y el público. 

Su trabajo políticamente incorrecto muestra una sociedad globalizada y consumista, y pone de manifiesto de una manera irónica realista tanto lo positivo como lo negativo de nuestros hábitos de vida. Así como de nuestros temores y nuestras incertidumbres.


Gino Ruber, desmitificando el mito del sueño cosmopolita


Quizás sea un poco aventurado afirmar tan tajantemente que los lienzos firmados por el artista de origen mexicano y afincado desde hace un par de décadas en España Gino Rubert, poblados en la mayoría de las ocasiones. 

Por individuos de aspecto anorexico o androgeno, ofreciéndonos un perfil en todo caso que mantiene un aspecto desproporcionado. Personajes de tez pálida e henchidos de vanidad, Los cuales exhiben miradas que transmiten una aparente seguridad en cada gesto. 

Pero que en el fondo sólo camuflan a un aspirante mas. Que sin mucha convicción sostiene cada instante entre sus dedos transmientiendo cierto grado de culpa y redención que en el fondo lo proyecta como un sujeto muy vulnerable, incapaz de salir su zona de confort. 


Sean producto de la influencia de uno de los más aventajados cronistas de la cultura Pop de nuestro tiempo como se puede considerar al retratista de vampiros urbanos inconsolables  Mark Ryden.

Pero si no se puede considerar su discípulo directo. Porque quizás Gino se presigna antes de abordar cada nuevo trabajo dirigiendo su evocacion a la virgen de Guadalupe, mientras mira de reojo al surrealismo menos inocente. Acto que le concedería el beneficio de la duda como alguien que con casi dos décadas de trayectoria, ha conformado una pauta propia y por lo tanto una identidad creativa que se puede valorar como personal. Elementos con los que ha echado a andar trazando su camino.


Gino según sus propias reflexiones se define como un pintor que bordea el límite tratando de reflejar aquella parte de los retratados que ellos no pueden percibir desde su óptica urbanita y cosmopolita. Aflorando en los márgenes los matices de una conducta que lo alejan de aquello que piensan que son.


Para representar este ejercició de psicoanalisis, emplea una técnica más o menos elaborada. En la que combina collage de fotografías, materiales más socorridos como corcho o más inusuales en términos creativos como el césped artificial. En su faceta menos osada emplea materiales más convencionales como la pintura acrílica y el óleo.