Por un lado su equidistancia geografica respecto al continente le permite gozar de un cierto aislamiento, lo que le ha conferido un carácter y estatus característicos que las convierte en un destino singular. En otro sentido y por otra parte este estatus como enclave de ultramar, le ha permitido establecer lazos con diferentes puertos situados a lo largo de la cuenca mediterranea a través de los que comerciar y llegar acuerdos territoriales.
Es ésta equidistancia lo que le ha permitido ser un territorio de acogida de diferentes asentamientos y culturas, desde los griegos a los romanos. Casi todos estos pobladores han hecho de esta Isla de casi de 26.000 kilometros cuadrados de superficie su hogar, dejando su huella, cuyos restos podemos admirar a través de múltiples yacimientos arqueologicos.
Legado cuyos antecedentes la han convertido en un destino donde la cultura, las tradiciones y la historia se convierten en sus principales alicientes. Ciudades como Palermo, o ciudades asomadas al mar como Siracusa que cuenta con importantes restos arqueologicos convirtiéndola en un autentico museo al aire libre.
O la enigmatica Catania y su archiconocido volcán, mil veces retratado. Pero hoy vamos a reparar en una localidad situada en el interior, y a la que se llega tras completar los 243 kilómetros de distancia que la separan de la capital.
Una ciudad que apenas supera los 13.000 habitantes y que debido a su relativa juventud, apenas supera los tres Siglos desde que fundo. Y es que la villa de Grammichele seria un pueblo sin mas encanto, sino fuera porque es conocido como la ciudad hexagonal mas grande del mundo.
Desde que se levantara a partir de los escasos cimientos que dejo en pie el terremoto que en 1693 destruyo casi en su totalidad la ciudad de Occhiala. De la que aun hoy en día se pueden visitar sus restos en el Parque Arqueológico, que ocupa una superficie de 30 hectáreas, donde se conservan testimonios relativos a los diversos asentamientos humanos que han tenido lugar en sus proximidades desde la Edad del Bronce a 1693.
La zona, que ofrece desde el punto más alto situado en el Castillo del Príncipe unas vistas que abarcan toda la comarca, ofreciendo hallazgos de gran valor historico. Desde los trajes funerarios de la necrópolis, pasando por las estatuas votivas de los santuarios dedicados a Deméter y a Kore, hasta las estructuras de viviendas pertenecientes al asentamiento siciliano-griego de la presunta Eketla, resto que datan del siglo V a.C.
Pero hay que regresar al centro de la ciudad, más concretamente a la plaza donde se erige la estatua de Carlo Maria Carafa Branciforte, Principe de Roccella y Butera. Personaje peculiar donde los haya y que junto al arquitecto Michele da Ferla.
Concibieron el desarrollo de un plan uebanistico revolucionario en su tiempo, cuyo objetivo principal no era otro que evitar las consecuencias estructurales provocadas por los frecuentes seísmos que se producían periódicamente en la zona.
ADEMAS PRODUCTOS ECOLOGICOS Y RELOJES DE SOL
Aunque no era la primera vez que se planteaba este tipo de trazados pues ya existía el antecendente de la ciudad de Palmanov. Si era una novedad la magnitud del proyecto y la superficie muy extensa para la época que cubria.
Construida en un tiempo record máxime si tenemos en cuenta las limimitaciones tecnologicas con la que se contaban en aquella epoca. Grammichele también conocida como la ciudad de los relojes de Sol, apenas ha variado su fisonomía en el transcurso de todo este tiempo.
Construida en torno a una gran plaza hexagonal a cuyos lados parten las paralelas de seis ejes viales intercaladas con seis plazas menores. El mapa de la ciudad ha sido siempre objeto de análisis e interpretación por parte de los estudiosos.
Todas las rutas principales tienen un ancho de 10 metros, algo inusual en aquella época. También se concibieron las plazas como "centros de acopio" en caso de cataclismo, siendo en la actualidad un espacio multi-usos. Donde a lo largo de la semana se instalan mercados donde el visitante puede adquirir la amplia oferta de profuctos agrícolas característicos de la zona, como la naranja roja de Palagonia, los árboles de higo de indio de Militello, la uva de Mazzarrone, el omnipresente aceite, el trigo firme o la otra variedad de naranjas de Grammichele de aspecto mas Mediterrano.
Construida en un tiempo record máxime si tenemos en cuenta las limimitaciones tecnologicas con la que se contaban en aquella epoca. Grammichele también conocida como la ciudad de los relojes de Sol, apenas ha variado su fisonomía en el transcurso de todo este tiempo.
Aparte de ser conocida por presentar un trazado urbanístico de planta hexagonal, la ciudad Siciliana de Grammichele y su comarca, tiene otros alicientes relacionados con su historia y gastronomía elaborada con productos ecológicos que bien merecen una visita.
Todas las rutas principales tienen un ancho de 10 metros, algo inusual en aquella época. También se concibieron las plazas como "centros de acopio" en caso de cataclismo, siendo en la actualidad un espacio multi-usos. Donde a lo largo de la semana se instalan mercados donde el visitante puede adquirir la amplia oferta de profuctos agrícolas característicos de la zona, como la naranja roja de Palagonia, los árboles de higo de indio de Militello, la uva de Mazzarrone, el omnipresente aceite, el trigo firme o la otra variedad de naranjas de Grammichele de aspecto mas Mediterrano.
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