Las esculturas sonoras del artista suizo Zimoun que pueden recordar a las instalaciones masivas de coetáneos con Ai WeiWei utilizan materiales sencillos para crear paisajes sonoros únicos que resuenan como mantras. Partiendo de una condición minimalista.
Diseña y construye las estructuras mecánicas que crean un coro de sonidos fascinantes que desafían las expectativas de las capacidades sensitivas del espectador. Que agudiza el oído para tratar de descifrar los sonidos emitidos por una bola de algodón golpeando una caja de cartón,
Produciendo una frecuencia que dependiendo de su amplitud debe ser imperceptible para el oído humano. Las ideas que inspiran las instalaciones de Zimoun suelen surjir de situaciones cotidianas, de la experiencia que supone vivir en una gran urbe que adopta formas ambivalentes en un entorno en el que la contaminación acústica puede ser un problema.
Zimoun recicla este malestar sonoro empleando medios minimalistas y de baja tecnología ofrece propuestas a las que incorpora narrativas inspiradas por la belleza y la complejidad de la naturaleza, así como por sus sistemas metabólicos, su función, y el caos y el orden que representan.
En el montaje de cada instalación del artista y músico suizo se emplea una media de ocho días, se trata de procesos complejos en el que los componente y los mecanismos que lo forman siguen un esquema metódico de montaje. Este sofisticado funcionamiento contrasta con el efecto aleatorio en el patrón de sonido.
Pulsando rítmicamente, cada unidad reverbera creando una huella sonora singular y la vez sincronizada. Microestructuras temporales surgen y cambian, haciendose audibles a través de patrones creativos resultado de una expresión colectiva.