Los noruegos conmemoran cada año la persecución y ejecución durante el siglo XVII, por actos de brujería a 91 personas, la mayoría mujeres residentes en la localidad de Vardo en el Círculo Polar Ártico.
Para este año la festividad que se celebra en los meses de canícula, han inaugurado un edificio monumental firmado por el arquitecto Peter Zumthor y el artista de Nueva York Louise Bourgeois recientemente fallecido.
Steilneset Memorial es un conjunto monumental cuyo propósito es rendir memoria a las victimas de aquella tragedia absurda. Situado a las afueras de la ciudad, los visitantes llegan al monumento bordeando una pequeña colina, sobre la cual se encuentra una iglesia y su cementerio digno de postal.
Más allá, los brazos desplegados de la estructura del memorial se despliegan convirtiendo en el referente de los navegantes que desde el horizonte divisan la costa. Se compone de dos estructuras.
El nombre, la acusación, la confesión, y el destino de cada mujer se imprimen en las secciones de la seda que cuelga debajo de bombillas al lado de cada ventana. Zumthor eligió la ubicación de cada ventana lanzando un dado representado en cada una de las caras del cubo de cristal negro. Método que selló los destinos de tantos. The Damned, The Possessed, y The Beloved.
Un enorme bastidor compuesto por puntales de madera cruzados, soportan el pabellón en forma de oruga que suspendido de cabos enganchados a las traviesas horizontales permanece suspendido en el aire.
Las instalaciones se completan con un pabellón anexo construido en vidrio negro. El volumen sorprendente para un monumento de estas características, alcanzando los 126 metros de largo cruza el plano de la costa. La estructura se sostiene gracias a una resistencia a traccion, forrado con un tejido de fibra de vidrio endurecido, se parece a la lona empleada para construir las embarcaciones locales.
Los detalles, que incluyen las costuras cosidas a mano, los cables tiran de la tela estrechando la forma cónica. El marco simple de la estructura, con un techo corrugado sencillo, recuerda el secado de pescado al aire libre.
Que se inspira en los bastidores que son comunes en la región. Además de una puerta en cada extremo, y de noventa y una ventanas de la estructura, una por cada víctima, cada una iluminada por una sola bombilla.
Después de la procesión a través de los registros del tribunal, los visitantes entran al pabellón y encuentran un anillo, rodeado por siete espejos gigantes colgados de armaduras metálicas.
Dentro del recinto, el interior es oscuro y estrecho, todas las superficies pintadas de negro. Los visitantes caminan por una pasarela estrecha, las paredes de tela se agitan cuando el viento del mar sopla con fuerza.
Los bulbos, suspendidos de cables negros, elegantemente cubren el techo, crean una atmósfera intima, dando al espacio una sensación extraña, desconcertante. Esta experiencia es dramatizada por Bourgeois, en la instalación ubicada en el pabellón de cristal adyacente.
Dentro del anillo, se encuentra una sencilla silla de metal con una hoguera. Al igual que la estructura exterior, el pabellón de cristal es también permeable a los elementos. El viento pasa a través de huecos en los paneles de vidrio oscurecido. El pabellón no tiene iluminación, por lo que en la noche las llamas se hacen más visibles a través del cristal oscuro.