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Un edificio en mitad de una autopista en China sobrevive a la gentrificacion


En un mundo eclipsado por un descomunal caudal informativo, donde la inmediatez casi instantánea propiciada por la tecnología digital, nos convierte en consumidores compulsivos de noticias. Casi ninguna redacción emitida por una agencia de noticias nos puede ya sorprender. 


Por eso cuando me he tropezado casi por casualidad con la historia de la familia Beogan y su leonina resistencia a ser expulsado o mejor dicho trasladados de su modesta vivienda, he pensado en la celebre frase, de que la realidad todavía a la ficción. 

Originarios de la Zheijang en China Luo y exposa siempre habían residido junto a otros 500 vecinos en una pequeña y plácida aldea, que carecía de cualquier tipo de equipamientos o servicios. Pese a estas carencias su unidad familiar y el resto de los miembros de la comunida.


Vivían en armonía con su entorno del que obtenían todo aquello que precisaban, para cubrir sus necesidades básicas. Hasta que un buen día las autoridades que justo por el valle en el que la comunidad de Lou había decidido unilateralmente y donde residido desde hace siglos ellos y sus correspondientes generaciones, se construiría una enorme autopista, causa por la que tendrían que mudarse a otro lugar. 


A cambio de la expropiación, la administración les concedía la nada desdeñable cifra de 41.000 dolares americanos. Cifra suculenta que todos los vecinos de la aldea aceptaron menos Lou, que la rechazaba.


¿El resultado? es que pese a las objeciones y argumentos para que se paralizara la ejecución de las obras, el trazado de la autopista se completo, "respetando" un punto, el emplazamiento original donde sigue viviendo Luo y su fiel esposa. Que en la actualidad cuando se despiertan por la mañana y se asoman al porche de su vivienda a saludar al nuevo día.

Ven como rodeados por un mar de asfalto, su edificio semiderruido se mantiene erguido siendo devorado por la civilización, mientras los coches en una procesión incesante, les somete a unas condiciones de vida que dista mucho de lo que podríamos considerar aceptables. Esta escena totalmente surrealista es fruto de cuatro años de un contencioso mantenido por los propietarios con las autoridades y que todavía esta pendiente de resolución.