Situadas a pocas millas de la costa las Fortalezas Marinas Maunsell, formaban parte de la estrategia defensiva del Reino Unido durante la segunda guerra mundial. Construidas por la Royal Army, aparte de servir para repelir con sus baterías las incursiones áreas de los poderosos escuadrones de cazas y bombarderos alemanes, eran pequeños centros de telecomunicaciones desde los que avisaban al cuartel general situado en Londres de las operaciones enemigas.
Abandonadas tras finalizar la contienda estas plataformas similares a las que albergan las instalaciones petrolíferas, hoy en día apenas queda rastro de alguna de ellas diseminadas a lo largo de la costa británica.
Salvo la HM Fort Roughs conocida por albergar el sui-generis Principado de Seeland, una micronación fruto del sueño de un excentrico personaje llamado Paddy Roy Bates, un ciudadano británico presentador de la radio pirata Essex que para evitar las restrictivas leyes británicas sobre frecuencias, como rememora la película The Boat that Rocked, ocupo el fuerte el 2 de Septiembre de 1.967, instalando la radio desde donde transmitía, expulsando posteriormente a un grupo rival de radio piratas reclamando su soberanía con base en su interpretación personal del derecho internacional.
Salvo la HM Fort Roughs conocida por albergar el sui-generis Principado de Seeland, una micronación fruto del sueño de un excentrico personaje llamado Paddy Roy Bates, un ciudadano británico presentador de la radio pirata Essex que para evitar las restrictivas leyes británicas sobre frecuencias, como rememora la película The Boat that Rocked, ocupo el fuerte el 2 de Septiembre de 1.967, instalando la radio desde donde transmitía, expulsando posteriormente a un grupo rival de radio piratas reclamando su soberanía con base en su interpretación personal del derecho internacional.
La plataforma fue remolcada hasta Rough Sands, un banco de arena ubicado aproximadamente a diez kilómetros de la costa de Suffolk y trece kilómetros de la costa de Essex, Inglaterra, donde se inundó intencionalmente el casco de la embarcación para fijar su posición sobre el fondo del banco de arena.
Suscritos al derecho marítimo internacional, los cinco habitantes con los que cuenta la micronacion de apenas 550 metros cuadrados de superficie herederos legítimos de su progenitor, disfrutan de las mismas perrogativas legales que los ciudadanos de cualquier país reconocido internacionalmente. Aunque en su caso carezcan de esta consideración, debido a que están incluidos en aguas territoriales del Reino Unido, por lo que son considerados por las autoridades británicas como expatriados.
Lo que no es óbice para que observen en su constitución como país de los mismos derechos y obligaciones equiparables a los que rigen en cualquier país reconocido por los tratados internacionales. Habiendo expedido sus correspondientes pasaportes y disponiendo de sus insignias institucionales, como la bandera que ondea en el helipuerto y que sirve para ser identificados por sus visitantes, habiendo puesto en circulación su propia unidad monetaria.
En estos cuarenta y cinco años de historia Sealand y sus moradores se han visto envueltos en diferentes conflictos debido a sus aspiraciones a ser reconocidos como nación independientes, despertando recelos y simpatías por igual.
Aunque quizás su mayor éxito sea el haberse convertido en referencia de iniciativas como la liderada por el magnate y emprendedor californiano Peter Thief, cofundador de PayPal y que a través de la creación del Seasteading Institute, promueve el desarrollo de colonias oceánicas inspiradas en la aventura del pirata de Sealand.