Desde que se logro sintetizar la doble hélice de ADN, se han abierto un sin fin de posibilidades en muy diversos campos de la actividad humana, aparte de en la medicina, la molificación genética de semillas destinadas al cultivo, ha sido uno de los campos donde mas se avanzado en todo este tiempo y donde mas resultados prácticos se han obtenido, teniendo implicaciones directas en la alimentación del ser humano y en la alteración de sus habitos de consumo. Lo que ha supuesto que paralelamente se establezcan posiciones opuestas, en relación a su conveniencia como tecnología aplicable a los alimentación que conforman nuestra dieta.
En la infografía realizada por un experto como es John Tomanio, para la publicación National Geographic, bajo el titulo Our Dwindling Food Variety (La disminución de la variedad de nuestros alimentos), nos muestra el vinculo que hay entre la disminución de la variedad genética de las semillas de diferentes especies vegetales cultivables en los Estados Unidos y la proliferación por otra parte de semillas modificadas por ingeniería genética.
Así podemos observar como en poco mas de cien años, se pasa de cerca de 500 variedades de lechuga, a los solo 36 existentes en la actualidad, esta constante que se puede aplicar a la totalidad de las especies que componen la cadena alimentaria de los Estadounidenses. Un ejemplo paradigmático lo representa el cultivo del tomate, muy popular entre los consumidores americanos, y que ha perdido alrededor del 80% de su diversidad de semillas. Pero lo más preocupante es que los monocultivos han desprovisto a la tierra de los nutrientes: reduciendo los ciclos de cosecha. John se ha basado en estudios realizado por agencias de control y estadística alimentaria, tanto gubernamentales como del ámbito privado como Rural Advancement Foundation International, o la USDA U.S. National Seed Storage Laboratory, que incluyó 66 cultivos, encontrando que alrededor del 93 por ciento de las variedades se había extinguido. Más arriba al día se necesitan estudios.