Las instantáneas de el fotógrafo Gavin Hammond, se podrían percibir como momentos visuales que persiguen congelar la esa memoria espacial que todos alberga y tratamos de atesorar.
Recuerdos que se producen en la mayoría de los casos bajo una condiciones muy específicas y que el fotógrafo con sede en Londres sabe identificar, dándose sobre todo en aquellos días en los que la lluvia ha creado espejos de agua. Que Gavin convierte en ventanas de oportunidad.
A través de los que obtener el reflejo "nítida" de aquello que en condiciones "normales" no podemos percibir, por mucho que haya invertido horas en tratar de realizar la mejor composición posible así como el encuadre más idoneo. No las fotos de Gavin no buscan mostrarnos una realidad que se nutre de la ficcion.
Sino de eludir todo ese artificio que nos rodea, para de forma sutil y creando una atmósfera que navega entre lo lírico y lo onirico. Descubrir, no una ciudad cuyo paisaje humano está oculto, sino aquellos gestos que revelan facetas de nuestra identidad que en muchas ocasiones ni siquiera somos conscientes de que existan.
En parte el mérito se podría atribuir a su cámara, que utiliza como soporte visual para mostrar el agua que se acumula en algunos de los numerosos charcos que salpican sus calles y plazas, en uno de los muchos días de precipitaciones. Este fenómeno atmosférico tan común y que ya forma parte de la identidad de la ciudad.
Es sin embargo utilizado por Hammond como un peculiar artificio, un espejo espontáneo creado por este elemento en su estado liquido, y que nos proporciona una visión de la vida cotidiana de sus calles a través de unas imagenes tamizadas por una película tejida en H2O.
Fan incondicional de la practica de la técnica de fotografía de la lomografiá, algunas de sus características se observan en unas fotografías realizadas en blanco y negro, en las que la arquitectura y mas representativos monumentos de la capital inglesa, se perciben desde una dimensión casi surrealista y presidida por un halo de misterio.