Patricia Piccinini, existen otras formas de vida y están aqui




Las criaturas fetales representadas en las esculturas de la artistas australiana Patricia Piccinini, pueden causar horror y a la vez ternura, son como esos apéndices o pequeños defectos que nos empeñamos en ocultar, pero que a la vez forman parte de nosotros.


 

Se trata de esculturas cuyo hilo conductor esta basado en la fabulación narrativa que parte de la percepción que tenemos de nosotros mismos como sujetos independientemente del contexto en el que nos situemos. De bofetadas de realidad a través de la que podemos como en el fondo todos somos nos reducimos al conjunto de nuestras imperfecciones, aquellas que nos acompañan como si fueran sombras y de las que por mucho que queramos no nos podemos deshacer por mucho que nos empeñemos en ello, llegando incluso ha convertirlo en un entelequia que nos pueda llagar ha enloquecer. 
 

Patricia Piccinini nació en Sierra Leona aunque se traslado muy joven a Australia donde vive en la actualidad. Un lugar que debido a su aislamiento endémico para ella represento un paisaje donde la fauna y endémico creaba formas de vida para ella desconocidas hasta ese momento. En trabajo polifacético es el resultado del diálogo entre diferentes disciplinas artisticas abarcando la escultura, la fotografía, el video y el dibujo.



A través de cuya práctica ella realiza un continuo ejercicio a través del que explora las fronteras cada vez más tenues entre lo aquello que denominamos que como artificial y lo natural tal y como lo contemplamos desde un enfoque socio-cultural, donde el individuo se afana en rebuscar sus referencias más aproximas que le permitan reafirmarse sin parecer muy desorientado.


Conocida por sus esculturas transgénicas, una colección de criaturas perturbadoras e hiperrealistas. Cuya materia prima está constituida a partir de silicona y fibra de vidrio, silicona y cuero. A través de la que investiga la influencia de la biotecnología y la manipulación genética en nuestras vidas.


Entre su extensa obra se cuentan su coleccion de dibujos surrealistas, donde destacan los animales híbridos y criaturas vehiculares. a través de los que se interroga por los efectos y consecuencias que tiene sobre nosotros los avances en tecnología. Y  como su constante presencia modifica nuestra comprensión de lo que significa en el fondo comportarse como un ser humano, tanto en nuestro entorno de amistades, como en nuestra faceta más íntima y personal.


En muchos sentidos, sus figuras son metáforas materiales de los muchos marginados o excluidos que  (cada vez mas) produce un modelo socio-economic o cada vez más desigual. La "belleza" o "fealdad" de estas criaturas depende en gran medida de la noción de normalidad en la que crees. El desafío de aceptarlos, es el mismo desafío que sentimos al aceptar cualquier cosa, o cualquiera, que sea diferente a nuestros ojos. Con suerte, al pensar en el mundo que presenta, el espectador podrá pensar en el mundo real que lo rodea, y donde ese mundo traza la línea entre lo normal y lo extraño, o lo deseable y lo inaceptable.
 

Aunque en síntesis nuestra primera impresión es obviamente estetica, el discurso moral y ético representa la piedra angular de todas y cada una de sus piezas. Centrándose en el fondo en la relación entre el lenguaje y estetica corporal y su capacidad para cambiar dinámicas en términos de conducta respecto a su par y al resto de los seres vivos.

 
Un camino que puede presentar lagunas y ambigüedades creando grietas por la demagogia moral se puede acabar filtrando. por eso trata de no desviarse mucho de su principal punto de interés conceptual, el de las realidades cotidianas del mundo que nos rodea y como están condicionadas por un entorno cada vez más tecnificado. Aunque se suele caer en la tentación de reducir su discurso a una tensión entre la ciencia y el plano real, para es igual de revelador el resultado plástico que ella sitúa entre el surrealismo y la mitología. 
 

Sus  trabajos, son a la vez una celebración y una crítica feroz a una sociedad contemporánea artificial y pretenciosa, donde la pose ha sustituido al gesto. Y una oda a la vida y su infinita e increible diversidad. En la mayoría de los casos se tratan de obras realizadas a gran escala, que muestran el potencial de la escultura para crear narrativas a través de las que perspectiva del espectador de uno mismo a medida que se acerca a la pieza. 
 
 
Como tal, es un trabajo muy experimental, que se entiende a medida que el espectador comienza a reparar en los muchos elementos y sus relaciones. Por eso de cada escultura hay una historia que la autora de alguna forma y a la vez se psicoanaliza, mostrando facetas de su personalidad y yo más intimo, viaje interior al que nos invita como espectadores creando una complicidad con la obra en la que nos terminamos por reflejar. 


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