Kristine Bjaadal

Te imaginas eres el invitado del anfitrión a una cena conmemorativa, conmovedor. La velada discurre por los cauces previsibles hasta que llega el el momento en el que hay que realizar el brindis de rigor, como invitado del anfitrión eres el designado para enarbolando la copa de cava realices una breve intervención aludiendo al anfitrión, citando alguna anécdota simpática nada indecoroso por supuesto, breve pero mordaz. Pero en el momento preciso de entonar el discurso se te resbala el cuello de la copa precipitándose contra el mantel de hilo, con el consiguiente estropicio y lo embarazoso de la situación, tu no quiere mirar pero por mas que quieras no puedes desviar la mirada de la mancha en ese mismo instante puedes observar como la mancha se transforma en un bonito y resulton dibujo, y lo que era una situación desalentadora se convierte en un alborozo que da pie a que se entable una conversacion en la que el anfitrión aparte de concentrar el protagonismo te ahorra un mal trago.


0 comments: