Aunque se trata de una obra que difiere del estilo habitual al de las novelas de Haruki Murakami siempre misterioso y surrealista, Tokio Blues nos puede ayudar a profundizar en la complicada naturaleza humana en la que el romance de un hombre maduro lo deja emocionalmente en un estado de nostalgia metafísica. A pesar del tirón emocional y psicológico que implica la narración, la propia historia es muy clara: Toru Tatanabe, un empresario de 37 años de edad, escucha una versión de The Beatles noruego, que le transporta 18 años atrás, al día en que su mejor amigo, Kizuki se suicidó.
Tokio Blues explora la soledad y el aislamiento que les suceden a las jóvenes generaciones en los cambios políticos de finales de 1960. El corazón del libro trata de cómo la memoria del amor se conserva y se conserva después de la muerte. Naoko no quiere enamorarse de Toru, y mucho menos ser su concubina ni íntimar con él, porque quiere preservar el pasado de su memoria íntima de Kizuki. Ella sabe que siempre recordara Kizuki, por eso no quiere mantener un relación con otra persona perteneciente a su mismo circulo de amistades. Esto realmente pone de manifiesto las perspectivas (principalmente) diferentes entre hombres y mujeres en las relaciónes que establecen. Las mujeres dan tanto valor a la fidelidad sólo física: como a la fidelidad emocional. Watanabe trata de permanecer fiel a Naoko, que no está enamorada a pesar del deseo lujurioso que despierta en ella su presencia. La representación del sexo en el libro es relativamente poco común, pero la novela en sí es más evidente que la mayoría de las obra de Murakami. Del exceso de suicidios (los más significativos lo protagonizan un par de figuras periféricas y familiares).
Chicas que piensan que son lesbianas, niños que idealizan el amor, encuentros casuales en hoteles de carretera. Misteriosas desapariciones y la tristeza por igual anticipan un escenario donde la incertidumbre y la esperanza se debaten en la confusión tejida por la niebla que crean malentendidos debido a los convencionalismos que preside toda sociedad. Graficamente nos describe un paisaje sombrío en lo psicológico, en el que Haruki Murakami se mueve con solvencia acreditada en una larga trayectoria. Geográficamente, es Tokio, pero podría ser cualquiera de cualquier gran metropoli, la ciudad implacable, donde la gente se pierde como lágrimas en la lluvia y encuentran el amor a veces.
Esto no quiere decir que los libros no son buenos. La lectura de Murakami es una experiencia inquietante, desconcertante que puede hacer que te sientas tan bien, como inmensamente vacío. "Sputnik, mi amor", aunque más leves que algunos de sus predecesores, rápidamente te atrae y te mantiene enganchado. Con sus delicadados bocetos sobre las miserias humanas