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James and Karla, un retrato humano de New York durante el confinamiento por Covid

 


Apenas se podía creer lo que estaba sucediendo a nuestro alrededor, el paisaje urbano al cual estábamos acostumbrados a ver y con el que de forma cotidiana nos relacionabamos se había transformado de forma radical. Las calles que hasta hace escasos dias se mostraban atestadas de gente,  amanecían deserticas. 


Observándose como cualquier tipo de rastro de actividad alguna, ya fuera, comercial, administrativa, social, cultural desaparecían provocando un vacío casi abisal e irreconocible. Situación que ni remotamente verosímil se podría haber concebido hasta hace relativamente poco tiempo, se estaba representando ante nuestros ojos una pesadilla dejándonos no solamente atónitos sino aturdidos. 


Y cuya reacción principal es que como individuos guiados principalmente en este caso por la preocupación y el principio de incitidumbre, nos lanzaramos a devorar cualquier tipo de información, ya fuera redactada y emitida por un  teletipo o servida en una sucesión de imagenes más o menos grandilocuentes sobre lo que era un hecho cuando menos inusual en Occidente. 


Ni la más osada superproducción de Hollywood hubiera desplegado un set de rodaje o escenario ni siquiera similar, al que tras declarar el estado de alerta sanitaria por la pandemia provocada por el patogeno Covid-19 por parte de las autoridades se configuro. Serie de medidas cuyo guion era superado minuto a minuto desbordando a una sociedad en su conjunto. Situación extrema que ponía a Occidente ante su mayor desafío desde la finalization de la II Guerra Mundial. 


La prensa en este contexto publicaba desatados, adoptando una diversidad de titulares de corte épico, sino sensacionalistas, de las que no se libraba ninguna de las principales rotativas, abarcando a la práctica totalidad de las caberas y de los medios de comunicación en general. Independientemente de su formato, ya fueran rotativas de periodico, redacciones de televisiones, radios, plataformas de información digital, o los millones de usuarios que haciendo uso principalmente de las redes sociales. 

Karla acompañada de su fiel perro Hudson recorren Manhattan en uno de los primeros días de confinamiento 

Se afanaban en mostrar toda la consternación y por qué no decirlo ruido informativo, que de forma torrencial nos trataban de poner en contexto sobre una situación cuya gravedad y transcendencia todavía se desconocia, la de la pandemia, que para los cientos y cientos millones de ciudadanos. Que compartimos ese espacio que hemos denominado mundo libre. Combinación de palabras escuetas que ha base de repetirlas.


Cómo si fuera un mantra tibetano, llegamos a creer que su sola mención, ya fuera en voz alta como una plegaria que entonamos no sin cierta altivez y petulancia, o en nuestro interior. Como si su lírica fuera recurso suficiente, como para actuar de principio activo con fundamentos antibacterianos, que nos inmunizara tanto en a nivel individual como colectivo frente a cualquier enemigo, ya fuera visible o apenas perceptible para nuestros ojos. 


Cómo puede ser una secuencia de ADN qué para activarse precisa un huesped con unas deficiencias en su respuesta inmune que parásita. Coordenadas cuyo fenómeno nos ha puesto en jaque a todos/as, sacando de nuestro ensimismiento como individuos que nos consideramos civilizados. Haciéndonos cuestionar ya fueran nuestros valores, principios o ideales.


Un conjunto de imágenes grabadas bajo un prisma donde prevalece la honestidad, logran elevar la credibilidad y valor de lo que esas grabaciones transmitir al espectador. 


Y es que independientemente de nuestro credo, clase social u orientación idiologica, este fenómeno cuyo relato parace que está ante sus últimos coletazos y que ha provocado como principal y grave consecuencia una crisis de fe institucional. Cuyos efectos de forma sismica han torpedado nuestro sistema político, económico, cultural y social. Provocando qué aquellas entidades que se caracterizan por su mal interpretado concepto de individualidad. 


Hayan tenido que aparcar de forma cuando menos momentánea, su nihilismo más recaltrizante y dejandose llevar por la precipitación de acontecimientos, que se producían  de forma torrencial alinearse en un frente único. Información que ha sido transmitida  bajo un patrón mezcla de precipitación e inmediatez a una opinión publica que cercana al pánico entraba en estado de shock. Población que trataba de asimilar esa ingente cantidad de datos que en ningún caso podía digerir. 


Turbulencia informativa que pasado el grueso y el pico álgido de esta calamitosa pandemia, hemos podido contemplar desde una óptica mucho más sosegada. Pudiendo valorar en su verdadera dimensión, todos y cada uno de los elementos que han estado involucrados en este periodo de tiempo, que a pesar de que relativamente ha sido poco, ha supuesto una verdadera eternidad para decenas de millones de personas, que han visto como lo perdían todo. Ya fuera en términos materiales o lo que es más drástico y dramatico en términos humanos. 

El sector cultural ha sido uno de los mas golpeados durante la pandemia a la vez que ha sido uno de los más solidarios


Personalmente estaba deseando encontrar un documento, trabajo, proyecto... Que sintetizara toda esta espiral de emociones contrapuestas, de contrariedades debido a la desinformacion o exceso de ruido informativo al que hemos estado sometidos. Por lo que hemos padecido verdaderas situaciones de estrés, tensión y ansiedad. 


Y que ahora cuando los diferentes indicadores que analizan el estado, curso y evolución del periodo pandemico son netamente positivos empiezan a remitir. Este tesoro en imágenes en cuyos calificativos me podría extender casi eternamente, una referencia o una propuesta, pequeña, sencilla, casi desconocida. Más allá de las de miles de followers que aguardamos con relativa expectativa actualicen sus contenidos. 


Este documento lo encontré en la pareja de James and Karla, Que a traves de su canal de YouTube, nos ofrezcan ya sea contenido en streaming o grabado de uno de sus caractersicos walking por New York, su ciudad. Pero en todo oficio y trayectoria hay excepciones. Y en el caso de los poco más de 90 minutos de imágenes de bellisima factura filmadas por los fotógrafos especializados en arquitectura, (y de cuyo sugerente trabajo ya os hemos ofrecido alguna muestra en NQ

En el documental se destaca aquellos colectivos sociales que han sido especialmente golpeados por la pandemia


Ellos decidieron reunir las imagenes que habian registrado a lo largo de las diferentes incursiones que habían tenido la oportunidad de capturar, utilizando como casi único equipo un smartphone adosado a un gimbal. Siempre de forma furtiva tratando de ser lo más discretos posible, seleccionando en total como localizaciones alrededor de veinte lugares que en mayor medida son reconocibles por el gran publico. 


Pero que en todo caso se trata de entornos que están dentro del perímetro de Manhattan. Comenzando por las primeras tomas que abren New York City Walking an Empty Manhattan During the Pandemic of 2020, que tienen como escenario las calles de East Village, más concretamente unas primeras imágenes donde se nos muestra a Karla acompañada de un paraguas rojo y de su inseparable perro Hudson.


Que a paso ligero y de espaldas a la cámara que sostiene James, recorren bajo una tenue llovizna un distrito que tan sólo unos días antes destacaba por su intensa actividad social. Pero que ese 28 de Marzo de 2020, se había convertido en un lugar irreconocible donde a pesar de la lírica de una imágenes mudas te describían espacios que habitaban en tu memoria llenos vida.


Guiados por el único deseo de mostrar los cambios experimentados en una ciudad como New York como consecuencia del confinamiento provocado por el Covid. James and Karla recorren durante dos meses sus calles identificando los contrastes de una ciudad deierta.


Vacíos los cuales te provocan una punzada de estupor casi conmovedora, que como espectador que te encuentras a una distancia de miles de kilómetros te llega a conmociónar, a estremecer. Sólo de pensar en la posibilidad de que lo que comenzo siendo un foco epidémico en el otro lado del mundo, se alargue de forma crónica, transformandose en una alegoría surrealista. 


Y es que lo poderosamente evocador de las imágenes que grabaron a lo largo de esos sesenta dia, no reside tanto en las habilidades y conocimientos de aquellos que guiados por su curiosidad o preocupación por lo que le está pasando a sus vecinos. O a las miles de personas que por su condición de indigente, se quedaron en la estacada aquellos aciagos días. 


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Vagando sin rumbo pidiendo limosna al fondo de una acera, por la que apenas camina nadie. Mientras con la mirada, fija, perdida, quizás sopesando sobre su propio destino, son testigos mudos de esa calamitosa situacion, que al fin y al cabo puede ser contemplada como ese intervalo de tiempo que consideramos forma parte de nuestras vidas.


Y que este documental realizado de forma casi artesanal y totalmente altruista por James & Karla, nos ofrece un relato en imágenes donde destaca su honestidad. Fijando su foco en aquellos instantes donde ya sea de forma ausente (casi siempre), o dominado por la presencia casual de algún transeúnte o ciclista que a tumba abierta desciende raudo por Fifth Avenue, precedido por alguna de las miles de ambulancias que desbocadas y raudas describian la gravedad de los miles de casos por contagio que trasladan al servicio de urgencia de los principales hospitales de la ciudad. Imágenes donde en definitiva prevalece la humanidad que no precisa de discursos grandilocuentes que la apoyen. En este caso las palabras  y sus explicaciónes son sustituidas por una acertada banda sonora que enfatiza aún más aquellos pequeños gestos basados en el sentido común, que son los que primeros que afloran mitigando a los instintos más primarios.