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Bernat Ivart y Javier Molinero versatilidad social del espacio en desuso

 


Uno de los problemas que surgen hoy en día a la hora de acometer un determinado proyecto con el propósito de urbanizar una parcela que lleva más o menos tiempo en desuso. Tiene que con los posibles usos y tratamiento del que puede ser objeto el terreno sobre el que se desea intervenir. 


Las  causas por las se puede plantear diferentes escenarios a la hora de reubanizar un área de terreno en concreto pueden ser muy diversas. Pero en muchas ocasiones y con cada vez más frecuencia tienen su origen, en el hecho de que las características de las poblaciones y sus necesidades cada vez son más volátiles y porosas, pudiendose plantearse una variedad de prioridades sociales. 


Que te acaban obligando a contemplar el tratamiento y organización del espacio público desde una perspectiva mucho más flexible, que la que se aplicaba hasta hace relativamente poco tiempo. Abordando la actividad que en un futuro más o menos cercano se va a realizar en un determinado lugar, por ejemplo en un solar que ha quedado libres producto de una demolición más o menos reciente, como algo a lo que aplicar cierto grado de provisionalidad. 


Siendo esta transición un desafío a la vez que un nuevo nicho profesional para una nueva generaciones de arquitect@s que han aceptado el desafío de saber interpretar lo que cada más clientes, ya sea a nivel privado o desde la esfera institucional están demandando en términos arquitectonicos y urbanísticos. Soluciones a corto medio plazo, que se caracterizan por ser muy flexibles y permeables. 


Proyectos en definitiva que se puedan construir y desconstruir en el intervalo de tiempo menor posible, pudiendose adaptar a una diversidad de situaciones en función de la actividad que se va a realizar en el. Encargos que debido a sus peculiaridades de espacios temporales y sus bajos presupuestos, no les suele ser suficientemente sugerentes a las grandes firmas. Por lo que se están convirtiendo en una beta a explotar para muchos emprendedores. 

En la serie titulada Hábitat Make Us Blind, exploran las posibilidades de los espacios en desuso que acaban en el anonimato más absoluto

Recién licenciados que tras acabar sus estudios universitarios, salen de las aulas con una mentalidad totalmente abierta sobre el uso de los mas recientes e innovadores materiales y la casi infinidad de aplicaciones digitales que se actualizan constantemente. Arquitectos como el tandem formados Bernat Ivart y Javier Molinero. Que pese a su corta trayectoria pueden presumir de una meritoria experiencia, por la que han trabajado en varios estudios tanto ajenos como propios, como es Quatre Caps donde participa el primero,  o el más efímero ya desaperecido y donde compartían protagonismo EspaiMGR. Desde cuya humilde plataforma ya exhibían su capacidad intelectual para crear narrativas arquitectonicas  que se nutren directamente de lo que se conoce como para cultura Pop Up


Movimiento que ha venido para quedarse y cuyos conceptos, tanto los más básicos y peregrinos como los mas elaborados y sofisticados. Han trasladado en una primera vertiente más artistica como la de la serie fotográfica titulada Hábitat Make Us Blind (el hábitat que nos ciega) de 2011. Donde a traves de una serie compuesta por fotomontajes de un mismo lugar, en este caso un solar abandonado de Valencia, el cual tunean imaginando diferentes estructuras edificadas a partir de otros sustratos, obteniendo como resultado una variedad de soluciones para un espacio en principio destinado a ser cubierto por la maleza. 


Este trabajo fotográfico tiene como objetivo llamar la atención de las personas concienciando sobre la infrautilizacion de aquellos espacios huecos o en desuso, que por la razón que sea, acaban pasando desapercibidos. Al igual que pintar esas paredes aisladas de amarillo dotándolas de una visibilidad social. Exige el uso recreativo de esos construcciones baldías a través de los ojos de un niño, llenándolos de construcciones imposibles, instalaciones surrealistas en línea con el problema. Un juego infantil a la vez que épico que exige el derecho a participar en su ciudad. 


La receta que aplican en sus proyectos parten de un concepto donde el espacio es una entidad flexible gestionado por la comunidad donde actua. En un proceso donde la vegetación, y los materiales que reducen la huella ambiental van en la misma dirección toman protagonismo. 


Una ciudad Valencia donde residen y trabajan y que conocen como la palma de su mano. Habiendo sido testigos del enorme crecimiento que ha experimentado la capital del Turia en los primeros veinte años de este siglo, lo que le ha permitido rozar el millón de habitantes alcanzando los más de dos millones si sumamos en su área metropolitana. 


Desarrollo urbanistico que no siempre ha sido guiado por las mejores decisiones, siendo incluso muy desafortunado en muchas ocasiones. Como en los peores años del boom inmobiliario, época que comprende los primeros diez años de este milenio. Y que se caracterizó principalmente por una especulación inmobiaria cuya presión sobre el territorio y el paisaje provocó grandes desequilibrios entre muchos distritos de la ciudad. 


Sobre todo quellos que por su antiguedad y que por carecer por tanto de terreno urbanizable, sufrían poco a poco carencias de los mínimos equipamientos y servicios requeridos. Situación que se agravaba de forma más acusada según pasaba el tiempo. Destapando con el tiempo la pesima y arbitraria dministracion que se había había llevado a cabo por las autoridades municipales. 

Careta de presentación de uno de los ocho cortos que forman parte de Enjoy the City

Y que en síntesis provoca en el mejor de los casos que se abra un espacio temporal de reflexión y debate, entorno a la idea de como se debe contemplar el uso del espacio público. O que proyectos documentales como la serie compuesta por ocho cortos video gráficos titulados Enjoy the City. Trabajo colaborativo realizado y producido Quatre Caps. 


En cuyo metraje se muestra diferentes ubicaciones simbólicas de la ciudad de Valencia, haciendo especial enfasis en aquellos espacios periféricos y en estado de abandono. Lugares degradados, espacios parasitados o pequeñas escombreras. Pero que transmiten y conservan una identidad propia, siendo seleccionados para ser filmados y como argumento a partir de los que  repensar la ciudad. 


Imágenes que nos muestran tanto el exterior como el interior del pabellón de Zona Santiago


Estableciendo un diálogo constructivo, un punto de encuentro entre la función para la que cualquier objeto o edificio ha sido diseñado y el uso que se le suele dar de forma casual. El caldo de cultivo para la creatividad y la vida emerge por sí sólo. Sin trabas ni corsets que limiten su uso, improvisando nuevos resignificados de los espacios. Siendo consecuentes con esta postura en la segunda entrega dedicada a uno de los lugares más emblematicos de la capital como es la Ciudad de las Artes y las Ciencias, transforman, no sin cierta ironía, uno de sus estanques en una piscina de competición olímpica. 


Pero el proyecto en el que mejor se aprecia la retorica del discurso constructivo emprendido por   Bernat Ivart y Javier Molinero, es en el diseno de todos y cada uno de los elementos de la nueva recreativa de Zona Santiago. Dividida en tres partes, en la primera se observan un conjunto de arboles, dejando paso a una área más informal, donde los usuarios se pueden sentar en un charla casual o jugar.


Conocido popularmente como el "OVNI", la pieza central de Zona Santiago, un pabellón de madera multi-área y versátil destinado a dinamizar el barrio creando un espacio de convivencia


Para finalizar en un lateral del patio un gran volumen construido íntegramente  en madera de forma circular, actúa tanto de pabellón donde realizar diferentes actividades escolares, como de lugar donde reunirse en los días más desapacibles.  El aula de madera articula el espacio y también es un artefacto para el juego cuando no se utiliza como aula. El diseño de la estructura exterior del aula en la Zona Santiago se ha realizado para optimizar al máximo el rendimiento del mobiliario fabricado de madera de álamo y abeto, la forma circular facilita su fijación a un terreno arenoso y la ventilación en su interior. 


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Construida en uno de los muchos solares que hay en el barrio portuario del Cabanyal, uno de los barrios más populares y longevos de Valencia, que llegó ha convertirse en un paradigma en la tensión entre las aspiraciones especulativas y las reinvidicaciónes legítimas de unos vecinos por conservar su paisaje arquitectónico, cultural e histórico. 


Situado junto al Colegio Santiago Apóstol del Cabanyal, se trata de una intervención que se crea en la planicie que antiguamente ocupaba un aparcamiento.  La escuela no tenía su propio patio escolar en el que realizar actividades al aire libre, excepto la pequeña terraza de la azotea de su propio edificio. El Ayuntamiento de Valencia cedio temporalmente el solar al colegio, evitando de esta forma tener que salir a la vía publica con la consiguiente inseguridad que implica para los jóvenes escolares.