Lugares casi sagrados que nada más penetra en su interior te transmiten la sensación de casi traspasar la barrera del tiempo, traslandote en un instante o lo que es lo mismo, lo que tardas en ojear alguno de sus centenarios volumenes viajar a otra epoca. Cuya descripción te ofrezca una perpectiva hasta ese momento desconocida para ti.
Lecturas más o menos sugerentes que te permiten investigar en más detalle y profundidad sobre antecedentes o efemérides, relativos a los más variopintos temas o episodios que hayan tenido como escenario la ciudad que has elegido para pasar tus vacaciones. Por lo que siempre es recomendable dedicar un poco de tiempo a visitar alguna biblioteca.
Por qué no olvidemos que antes de que la era digital nos facilitará la posibilidad de acceder a cualquier tipo de dato a un golpe de click. La principal y casi única opción de acceder a información que te garantizara estar medianamente informada, era la que se te atesoraba en las biblliotecas.
Una de esas bibliotecas iconicas y que casi presentan un aura de leyenda es la que alberga el monumental edificio de Trinity College en Dublin y su archifamosa Long Room con 200000 ejemplares almacenados. Una majestuosa estructura cuya sola visión es un deleite para los ojos de cualquiera que neuralmente presente una amígdala que se pueda valorar como normal.
Pero en esta entrada no nos centraremos en la sucesión de marcos de estilo gótico en cuyos entrantes aguardan intermibles filas de libros, los cuales esperan pacientemente en estado de letargo a que sean abiertos. Instante casi mágico en el cual al lector ya sea casual o no se le otorga el poder y la exclusividad de leer e interpretar.
Lo que con más o menos empeño y dedicación alguien redacto producto de una determinada inquietud o preocupacion. Acto intimo y discreto por el que se establece un diálogo, casi una comunión entre la página escrita y el lector que persigue las letras tratando de formar parte de ese párrafo o relato.
Interior de la libreria de Marsh’s Library que cuenta en su colección privada con alrededor de 300 manuscritos
Sino de algunas de las librerías más antiguas o visitadas de la una ciudad que por otra parte alumbro algunas de las firmas literarias más iconicas de los últimos tres siglos. Figuras cuyo talento son tan incuestionables e influyentes como las de Jonathan Swift, Oscar Wilde, dramaturgos como Samuel Beckett o George Bernard Shaw además del autor de Drácula Bram Stroker. Y sin cuya presencia y aportación creativa.
Esta ciudad brumosa sería objeto de mucha menos atención por parte de los turoperadores. Y es que lo que es incuestionable es que sino fuera por las continuas referencias al universo de la literaratura y sus autores. Las calles de la zona antigua, en la que entre pintas de guinnes todavía se pueden percibir a poco que repares en algunas señales su larga tradición marinera.
No suscitarian el mismo interés entre una parte considerable de visitantes que por diferentes vías desembarcan en las proximidades de su principal curso fluvial, con el sano propósito de visitar librerias como la de Marsh’s Library que se encuentra en el número 36 de Blide Street al lado de la Catedral de San Patricio. Y que aparte de poseer el reconocimiento de ser una de las más longevas del mundo.
La mayoría, situadas en un espacio reducido teniendo como escenario el centro de Dublin, se trata de librerías cuyo recorrido se convierte en un tour por la historia misma de la ciudad.
Pues sus vetustos anaqueles (muchos de ellos renovados) datan de 1707, fecha en la que ya se podía contar con ilustres clientes que por una módica suma (casi siempre facturada en peniques). Se podían llevar a lo cálido de su hogar alguna edición en fascimil cuyas cuartillas fueron impresas, bajo patrones casi artesanales.
Otro de estos viejos establecimientos que nada más traspasar el dintel que sostiene una vieja puerta parcialmente acristalada, es la que se encuentra a la altura del número 58 de Dawson Street, fundada en 1768 la Hodges Figgis se considera que es la tercera librería en funcionamiento más antigua del mundo después de la Livraria Bertrand de Lisboa 1732 y la Moravian Book Shop en Pensilvania, Estados Unidos 1745.
Parcialmente soterrada en un sótano en el que alguna vez encontrado el mismísimo autor de Ulises James Joyce a altas horas de la madrugada. Se trata de una tienda que está al lado del Trinity College, contando con una un muestrario muy heterogeneo, que junto a las novedades de temporada conviven una cuidada selección de clásicos de referencias que se nutren de la producción local.
Conjunto de librerias que podríamos definir como de obligada visita para todo aquel lector que se precie y que comparte en un espacio relativamente pequeño de territorio, con otros locales que han entrado en funcionamiento de forma más o menos reciente. Enriqueciendo un sector cultural ya de por sí diverso.
Propuestas que te abordan con catálogos que tratan de diversificar su oferta. Como es el caso de las que os voy a nombrar a renglón seguido, para la que nos desplazaremos a la cercana localidad de Galway, que se ha especializado en ediciones juveniles y géneros como el de la fantasia siendo cada vez más frecuentadas por un público joven que busca ediciones de sus libros favoritos en inglés. Situada en pleno centro, en la libreria Charly Byrne´s Book además encontrarás una cuidada de volúmenes sobre personalidades e historia irlandesa.
O iniciativas como la de Books Upstairs en D’Olier Street, a escasos cien metros de Temple District cuyos gerentes se esmeran en servir una cuida selección que hacen alusión a títulos, que en muchos casos se encuentran prácticamente descatalogadas. Pudiendo adquirir cuidadas reediciones de una amplia gama de géneros y autores a un precio realmente asequible.
La ciudad de Dublín está fuertemente vinculada a su herencia literaria, influencia que puedes descubrir no solamente visitando alguna de sus muchas librerías sino otros muchos rincones de la capital irlandesa.
Siendo por lo tanto una excelente ocasión para hacerse con algún título con el que completar nuestra particular coleccion. Cuyo ejemplar revisaras una y otra vez sentado en alguno de los numerosos cafés que hay repartidos por la zona centro mientras a sorbitos muy pequeños degustas un te acompañado de pastas.
Tratando de no descuidar ningún nicho de mercado o sensesibilidad también hay ferias en las que el sólido gremio de libreros mayoritariamente dublineses sacan sus tenderetes a las calles, exponiendo sus tesoros. Ejercicio con el que establecencen un vínculo en el que la proximidad con el público revierte en un fomento de la lectura.
Sobre todo en aquellas capas de la población que por pereza, desidia o desconocimiento, suelen prescindir de la lectura. Tendencia que se ha observado como se invierte gracias a este tipo de citas periódicas en las que también suelen hacer acto de presencia algun autor/a renombrado.
Quizás la más importante sea la conocida como Bloomsday, convocatoria de carácter anual que se celebra durante la segunda quincena de julio en un lugar muy cerca de The Widing Stair, un pintoresco sitio en el que además de vender libros cuentan con una terraza bar en su azotea en cuyo pequeño escenario se recita poesía en las noches calidas de verano.