Dos cosas de las muchas de las que uno puede identificar con la rica y variada cultura brasileña, presenta signos contrapuestos pero que de alguna forma se retroalimentan. La primera es su fervor por la practica del fútbol.
Y la otra representa la precariedad y los altos de desigualdad que afectan a millones de brasileños. Dando como resultado un contexto social que se refleja en las extensas colonias de chabolas o construcciones precarias que forman las populares favelas.
Cumple una labor social de gran transcendencia para los miembros de la comunidad. Evitando que miles de chavales caigan en las redes del narcotrafico, y por otra parte su práctica deportiva contribuye a generar la energía suficiente, con la que cubrir buena parte de sus necesidades energéticas de las miles de construcciones precarias que habitan.
Construido con un material semiconductor los doscientos módulos con los que se ha tapizado la extensión del campo de fútbol, convierte en energía de origen cinético la intensa actividad producto del esfuerzo físico de decenas de jugadores de futbol.
La intensa actividad producto del esfuerzo físico. Se transforma en energía verde que es complementada con una instalación fotovoltaica orientada hacia el sur, con lo que se garantiza el suministro de energía cuando cae el sol.
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Que mediante sensores, monitorizan la actividad desarrollada sobre el terreno de juego, obteniendo datos sobre la energía producida analizándola en función de diferentes variables.
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