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New York, un iglú para tomarse un café contra la pandemia

Todas las grandes ciudades (y no tan grandes) arrastran una serie de esterotipos que por regla general suelen traducirse en una serie de pros y contras que tanto les beneficia como les estigmatiza de cara a la opinión pública. 


Cliches que pueden deberse a muchos y variados factores, pero fundamentalmente se deben a que ya sea por pereza, o simplemente desinterés, preferimos quedarnos con los argumentos que de forma preconcebida hemos construido, sesgos que dependiendo del grado de flexibilidad que mostremos, suelen permanecer inamovibles. 


Replicandose como un meme casi de forma indefinida hasta que en un determinado momento y dándose las circunstancias propicias se desmorona como un castillo de naipes. La actual crisis sanitaria ha puesto a prueba la capacidad, no sólo de adaptarse y enfrentarse a desafios muy adversos e imprevisibles, sino de resiliencia de la mayoría  de estas ciudades en los más diversos aspectos


Uno de estos aspectos tiene que ver con el ámbito de la actividad económica, más concretamente con el sector de la hostelería, quizás el que debido a la gran presencia de este tipo de actividad comercial en el espacio público y por lo tanto a los estrechos vínculos que como consumidores hemos establecido a la hora de cubrir nuestras necesidades y tiempo de ocio.

Conocido popularmente como iglús, estos domes o cup ulas han evitado miles de cierres

Hemos podido ser testigos de cómo miles de estos establecimientos pasaban enormes dificultades para sacar su negocio adelante, viéndose muchos de ellos obligados a cerrarlos por insuficiencia de ingresos debido fundamentalmente a las restricciones causadas por el confinamiento impuesto por las autoridades. 


Aunque en principio pueda difícil de creer ha habido pocas iniciativas tan interesantes y estimulantes, que hayan mostrado tanta celeridad en su implantación y tan buenos resultados en su ejecución, como la batería de medidas adoptadas por los hosteleros de New York. 



La gran ciudad de New York ha demostrado su gran versatilidad para adaptarse económicamente, sobrevivir y salir fortalecida en plena pandemia aplicando una fórmula donde el diseño ha sido el gran protagonista. 



Que en un tiempo récord consiguieron repeler las consecuencias negativas de la cuarentena, reduciendo a la minima expresión el impacto producido por la orden prematura emitida por la administración de cesar en su actividad. Medidas que aparte de potenciar  aspectos relacionados con el servicio a domicilio cuidando al máximo la higiene y seguridad de los productos que servían. 


Han apostado por seguir con las prácticas tradicionales de servicio al cliente sacando al exterior sus aforos, estrategia que han adoptado de forma mayoritaria y de forma más o menos acertada, en función fundamentalmente de las características del espacio publico donde operaban, algo que en la mayoría supone un condicionante arbitrario. 

Instalado en la acera o en la calzada los porches de madera han sustituido a las tradicionales terrazas

Requeriendo por lo tanto en la mayoría de las ocasiones de grandes dosis de paciencia, a lo que hay que añadir una capacidad para mover recursos logististicos y financieros, en ocasiones de una embergadura y magnitud considerables. 


Pero cuyos resultados se pueden valorar como muy positivos tanto desde una óptica netamente económica. Como de la incorporación de una variedad de soluciones estructurales exteriores con las que operar pudiendo servir a los clientes. 


Los cuales de forma mayoritaria han mostrado una respuesta positiva ante la diversidad de alternativas planteadas por los empresarios hosteleros, como estrategia ante el desafio que suponía la pandemia y las medidas decretadas de aislamiento debido a la pandemia. 


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Estructuras que van desde las tradicionales sombrillas, las cuales han compartido su protagonismo con otros cerramientos más sofisticados y acogedores, como los cientos de porches que construidos en madera ocupaban la acera y parcialmente la calzada garantizando la higiene y el distanciamiento social. 


A la par que ofrecían una experiencia cuya atención y servicio era en muchos casos equiparables a los que se podía recibir en el interior de locales, solución que se ha complementado con la incorporación de los denominados por el gran público como iglús (por su forma semi esferica), y que no son otra cosa que los ya tradicionales domes o cúpulas. 


Los cuales han proliferado ofreciendo una alternativa auxiliar muy competitiva, debido a  su fácil gestión en el transporte y montaje, además de su excelente comportamiento y óptimo rendimiento como espacio en el ámbito de la hostelería, solución que ha obtenido una gran aceptación tanto por parte de los dueños de los restaurantes y cafeterías. Cómo de los miles de clientes que han percibido en estos volumenes transparentes, un espacio acogedor, a la vez que discreto y ante todo seguro desde el punto de vista sanitario. 


El estudio Biodome Systems SRL construye una cúpula geodesica de diseño geométrico resistente a terremotos


La principal estrategia desde el punto de vista arquitectónico,  que contemplan los ingenieros a la hora de abordar los posibles problemas relacionados con la actividad sísmica del terreno donde se va construir. 

Tienen que ver con la composición geológica del territorio donde se va a intervenir. Estudios cuyos elevados costes suelen ser equiparables a la inversión que hay que realizar en materiales de construcción y en logística. Sin embargo el estudio Rumano Biodome Systems SRL.

Dice que ha dado con la combinación de elementos arquitectónicos definitiva con la que evitar los cuantiosos daños materiales provocados por los seísmos. A partir de un diseño básico basado en una cupula geodesica, sus arquitectos han diseñado hasta 20 tipologías diferentes en tamaño, superficie y altura.


Que según sus creadores reunen las caracterices idóneas que garantizan su resistencia frente a temblores sismicos de hasta 5.5 grados en la escala Richter y los embates huracanados de rachas de viento de una velocidad que puede alcanzar los 320 Km/h.

Construidas con una combinación de materiales tanto industriales como los que se encuentran en el entorno, así que cada dome se integra en el paisaje de forma robusta. Compuesto por un marco principal fabricado en acero cada cúpula se presenta parcialmente cubierta por un manto que esta formado por elementos extraídos del terreno.

La solidez y resistencia de caddome es producto del estudio y aplicación de la geometría y la relación de fuerzas naturales, que lo vinculan con el paisaje y el espacio que ocupa.


Este procedimiento aparte de solucionar los problemas relacionados con los movimientos del terreno. Permite bioclimatizar de forma natural el interior de cada cúpula orientando su fachada principal hacia el Sur, posición que le permite estar expuesta el máximo de horas al Sol optimizando sus recursos energeticos.

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Pride of Buffalo, casa geodésica flotante en homenaje a la inmigración


La ciudad de Buffalo en los Estados Unidos creció a partir de asentamientos chabolistas surgidos a ambos lados de la corriente fluvial que da nombre a la ciudad. Y que debido a las características de su caudal fue elegido por un grupo de colonos en su camino hacia el oeste.

Un siglo después en los albores del siglo XX, la ciudad se asentó urbanisticamente eliminando todo antecedente de su rudimentario comienzo. Ya entrados en el siglo XXI iniciativas como la de Pride of Buffalo pretende habitar de nuevo el rió.

Diseñada por un eremita local llamado Michael Weekes, su propuesta es un homenaje aquellos primeros pobladores inmigrantes de origen irlandés en su mayoría. Con un presupuesto que asciende a poco mas de dos mil dolares ha diseñado y construido una casa geodésica flotante, que combina lo sofisticado de su forma y su capacidad de adaptación al medio acuático.


Su cúpula se estructura a partir de un esqueleto compuesto por tablones de madera, cuya base una tarima hecha cono lamina también de madera, se apoya sobre veintiséis bidones de plástico de gran capacidad, que facilita la estabilidad de la unidad, suportando un peso de hasta 2.200 kilos en cubierta


De una sola planta su superficie puede variar desde entre los ocho y los doce de ancho, por un largo de entre doce y treinta y dos metros. Asentada sobre una plataforma fijada a un marco de madera contrachapada. 


En el corazón de la cabina geodésica dos amortiguadores y ejes de contrachapado, unidas por tornillos evitan que el volumen se escore en exceso debido a las corrientes. Para diseñar su casa flotante Michael se inspiro en los diseños del siempre controvertido y polifacetico Buckminster Fuller. Con capacidad para que puedan vivir hasta cuatro personas, Buffalo Pride pretende ser parte de un proyecto mas ambicioso, en un modelo a partir del que repoblar los canales que confluye en en rió.