A lo largo del día cuatro células fotovoltaicas producen 720W de electricidad que se almacena en unas baterías conectadas a un circuito eléctrico que la distribuye entre jardines compuestos por multitud de tipos de flores.
Pero no son las flores tradiciones que germinan de la tierra y que su condición efímera las hace perecer marchitandose con el transcurrir de los días. Estas flores están fabricadas con tecnología LED y cuando cae la noche y la luna hace acto de presencia.
Se iluminan creando un tapiz presidido por miles de colores que ilumina la milenaria y sacra ciudad sagrada de Jerusalén. Las flores cuya estructura esta realizada con alambre de acero están cubiertas con un malla metálica que simbolicamente al menos les da un aspecto que el que las contempla puede apreciar e identificar con el de una flor.
Que ofrezca al visitante un lugar diferente donde mediante una experiencia unica protagonizada por la luz y el ritmo de la música compuesta por los autores Ravid Hang (GB) y Andy Isler (CH), participen interactuando con un entorno que pese a ser artificial pretende crear conciencia ecológica.