Janne Parviainen, esqueletos expuestos a la luz o espectros del pasado




A estas alturas en casi cualquier ámbito creativo se hace poco verosímil que alguien o algo como por ejemplo en un futuro más o menos una inteligencia artificial más conocida por su abreviatura AI, pueda o tenga la capacidad de crear una corriente, género o estilo dentro de una disciplina artistica. 

Que por fundamentos o cualidades que se puedan valorar como singulares o cuando identificables como algo que tanto en términos estéticos como conceptuales, se puedan describir bajo los parámetros de una óptica que realmente se perciba como una propuesta. Que no sea ya solo por su significado y transcencia inmediata.

Sino que su práctica a lo largo de un plazo de tiempo en términos cronológicos cuando menos razonablemente evaluable, pueda inducir que es constituvo de contener suficiente materia a partir de la que trabajar. Más allá de la novedad esa que en la mayoría de las ocasiones, no deja de ser un elogio del ingenio más o menos resultó sino directamente pretencioso.    

Los ingredientes para que la supuesta novedad no sean simplemente unas ascuas de un fuego fatuo, que no pasa de un entusiasmo más o menos generalizado mostrado por un publico. Que en el fondo está únicamente deseoso de mostrar su capacidad ante cualquier manifestación de nuevo cuño, que le provoque cierta capacidad de asombro.


LA LUZ COMO LENGUAJE CORPORAL

Algo que no nos engañemos en estos tiempos volatiles, donde cada día sino cada hora se presenta una herramienta o aplicación que te proporcióna una infinidad de recursos, a partir de los que un creador  se puede plantear seriamente como el precursor o germen. De lo que el ha pontificado por activa y pasiva que reúne los ingredientes de lo que es una nueva y revolucionaria corriente.

Que finalmente se afianzara en el ya amplio universo de la dilatada historia del arte y sus múltiples secuelas y versiones. Como un totem o un hito que trascendera lo puramente iniciatico, pasando a fijarse en la retina de los críticos que les proporcione a esa supuesta nueva práctica que le otorgue el mérito o escalafón de tener un apéndice dentro del panteón del mundo del arte.     

Janne Parviainen, también conocido como JANNEPAINT, es un artista con sede en Helsinki en Islandia, con una trayectoria de quince años paracticando light painting. Que se podría englobar como perteneciente al grupo de los aspiran a crear una nomenclatura con su correspondiente etiqueta.

Al igual que muchos de los fotógrafos que se han ido sumando al movimiento light painting, su descubrimiento del medio fue un accidente. A principios de 2007, Janne estuvo toda la noche capturando fotografías de larga exposición y accidentalmente golpeó su cámara, cuando miró la fotografía las luces de la calle había dejado manchas que habían transformado su fotografía. A partir de ese momento Janne fue un light Painting.