Luke Rhinehart - El Hombre De los Dados

Desde que se publico su primera edición en 1.971, El hombre de los dados se ha convertido en un  manual de instrucciones para muchos de sus lectores, escrita por Luke Rhinehart  seudónimo de George Cockcroft. En la novela nos narra la vida y milagros profesionales de un psiquiatra residente en Nueva York, la ciudad donde existe un mayor numero de neuróticos por kilómetro cuadrado del mundo, de los que una muestra representativa asiste a su consulta en sesiones en la que el terapeuta tiene la oportunidad de elaborar un singular y poco ortodoxo método para tratar el comportamiento represivo que conduce al individuo que lo manifiesta a desarrollar comportamientos obsesivos. Este revolucionario concepto por el que pretende restaurar la armonía en sus pacientes trastornados, se basa en una teoría que denomina con el sugerente de hombre aleatorio.


Este ideal se traduce en la creencia de que la vida de individuo es consecuencia del azar, y que objeto que mejor simbolice el azar, que las seis caras numeradas de un dado. Lo que se inicia como una serie de técnicas aplicadas con diferentes resultados a pacientes que presentan desordenes emocionales y de conducta variados, acaba transcendiendo lo meramente clínico, para transformarse en una filosofía la del hombre nuevo, en la que a partir de una selección de opciones relacionadas con una determinada situación, y vinculadas con el resultado de una tirada de dados, determinara sus actos y "toma de decisiones" a partir de ese momento, configurando una personalidad aleatoria, sustituyendo al antiguo que todo lo arbitra reduciéndolo a un gesto de misticismo.

Escrita coincidiendo con los últimos coletazos que protagonizaba la generación de la contracultura o "beat" y el movimiento hippy en la costa oeste, el Hombre de los dados de alguna manera adopta esta retorica cuya una de sus máximas  mas repetidas fue "vive y deja vivir", pasando su lectura por ser un acto de nostalgia que conmovió a millones de lectores que en muchos casos convirtieron en doctrina un metáfora hecha ficción de los anhelos, frustracio  y contradiciones a los que enfrenta el individuo de cultura occidental.

  • El niño, según nos dicen , necesita ver orden y coherencia en el mundo, o de lo contrario se vuelve inseguro y apocado. Pero ¿que orden? ¿y que coherencia?. El niño no necesita tener una coherencia coherente. La vida es así de hecho. Solo que los padres admitieran y alabaran la incoherencia, los niños no tendrían tanto miedo de la hipocresia o de la ignorancia de sus padres.
  • Para cambiar al hombre, es preciso cambiar al publico que le permite juzgarse a si mismo. El hombre se define en función del publico:  la gente, las instituciones, los autores, las revistas, los héroes cinematográficos, los filósofos por los que se imagina animado o abucheado. Los trastornos psicológicos mas importantes, "las crisis de identidad", surgen cuando un individuo cambia de publico ante el que actúa.... 
  • - Me marcho y pueden votar. Pero recueden que todos son, potencialmente, camaleones del espíritu y, por lo tanto, de todas las ilusiones que arrebatan al hombre su divinidad, esta es la mas cruel; definir como el mayor avance la pesada cascara del "carácter" y de la "unicidad" de todo ser humano, es como enamorarse de un bote por su ancla.