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Carmen Laforet, encuentros en el Trastevere.

 


Nada fue algo más que un libro, fue la historia que mejor representó el drama al que se enfrento toda una generación traumatizada, como consecuencia de la fractura provocada por la guerra civil. Ademas reflejaba el desconcierto e indefension de su autora frente a un escenario al que pese a las adversidades trataba de adaptarse denodadamente. 


Aunque en infinidad de ocasiones Carmen Laforet que cuando escribió el borrador original, de cuya primer edición original de la que se le amputo tres capitulos enteros dos dedicados a su amiga Linka de origen polaca y un tercero dedicado a una militante anarquista que por motivos relacionados con la incipiente de la censura de la época. 


Nego que en la redacción de Nada se incluyera datos autobiográficos alguno. Cómo en la siguiente declaración realizada con motivo de una de las entrevistas de presentacion «No, yo no soy Andrea, ni tengo nada que ver con ninguno de mis personajes. Me siento totalmente desligada de ellos. Los he creado, pero les he dejado vivir libremente, sin pretender imponerles mi voluntad. Me divertía tanto viéndoles surgir...». En otra ocasión la escritora responde -.No es, como ninguna de mis novelas, autobiográfica, aunque el relato de una chica estudiante, como yo fui en Barcelona, e incluso la circunstancia de haberla colocado viviendo en una calle de esta ciudad donde yo misma he vivido, haya planteado esta cuestión más de una vez.


En todo caso no se puede negar, que el lector que conozca un poco de la vida de la autora percibirá que al manos a nivel inconsciente la autora que en el momento de completar su escritura contaba con 23 años. Si reflejaba rasgos de su personalidad relacionados con lo que ella denominó su espíritu nómada o deseo de vaganbudear. 


Cómo ella misma confesó en alguna ocasión, «Por eso, porque me siento incapaz de adquirir costumbres, es por lo que no me quedo». Actitud que propicio que Laforet no se quedara mucho tiempo en ninguno de los muchos domicilios que tuvo a lo largo de su vida en España. 

Desde el Castello di Uzzini la escritora programa conocer Florencia

Y quizá por eso en todas sus novelas el dotonante es un viaje de el protagonista, o si se quiere una huida precipitada, cuya estancia estará determinada por las caracteristicas tanto paisajistas como humanas del entorno. Impulso de explorar nuevos lugares qué finalmente transgrede los límites del papel y de territorio español, por lo que a finales de los años 60's. 


Comienza un periplo de escalas que le lleva a visitar sitios tan diversos como la ciudad de marroquí de Tanger,  en la que residió entre 1959 y 1962, ya que su marido fue el director del diario España en esa ciudad. Esta fue una época feliz y fértil para la escritora, ya que allí conoce a Truman Capote y el fotografo Paul Bowles, además de relacionarse con músicos contemporaneos como Jimmy Hendrix o Jim Morrison, o el dramaturgo Tennessee Williamsque vivían allí integrando un sólido grupo de intelectuales. Jane Bowles dijo de ella que tenía “el encanto irreal de las hadas. ”


París. Ciudad en la que sopesa establecer su residencia habitual opción que finalmente deshecha. Así como Varsovia y Cracovia en Polonia, donde tiene la oportunidad de conocer guiada por su amiga Linka, en un viaje que alarga casi dos meses un país que aquel entonces estaba bajo la esfera del régimen sovietico. 


O de completar su primera gira de conferencias por Estados Unidos, que tenían como escenario los paraninfos de otras tantas universidades. Aventura intelectual que tras muchas dudas finalmente se decidió a realizar, entre otras cosas alentada por la mediación del escritor Ramon J. Sender. Con el que hacía relativamente poco había iniciado una relación epistolar, una de las fecundas de la literatura española del siglo XX. 


La adolescente que quiso ser pintora, la chica rara como se definía. Fue un espíritu nómada, una vagabunda que creyó encontrar la continuación de Nada en las calles taciturnas de Trastevere en Roma. 


Pero es su primer viaje a Italia, en el transcurso del año 1972. En principio una visita en la que tras hospedarse en la casa de una amiga en la localidad de Pescara,  tendría una segunda escala en Roma. Ciudad en la que la escritora sería acogida como una turista más hospedandose en un hotel durante un periodo de ocho días, periodo que tras finalizar la devolvería a España en un vuelo. 

 

Regreso que a última hora no se produjo debido a que la escritora se dirigió al popular barrio de Trastevere donde por aquel entonces residía una de sus hijas. Alojándose sin embargo en casa del matrimonio Aza, que situada en el centro de  Roma, en la elegante Via Leutari. Le permite desplazarse hasta el cercano barrio de Trasteveré. 


Donde por aquel entonces y desde que practicamente se declaró el fin de las hostilidades tras la guerra civil. Vivían exiliados algunos de los más relevantes intelectuales Españoles de la epoca, figuras como Rafael Alberti y María Teresa León, su esposa con los que enseguida congénio. Asistiendo de forma discreta a uno de los mucho encuentros informales, que improvisaban en alguna de las muchas tascas de la zona. 

En primer plano la estatua de Giorgano. Bruno, con una vista parcial de la Piazza de Fiori

Ambiente que sin duda sedujo a la escritora. Quizás entre otras cosas porque el urbanismo que presentaba este característico barrio le recordaba a la película El Ladrón de Bicicletas, film que ella consideraba como el anticipo de lo que posteriormente el neorrealismo italiano. 


Un ambiente caracterizado por una mezcla de bohemia y decadencia que le recordaba al que describía en la calle Aribau de Nada. Y donde además de relacionarse con la filósofa y mistica María Zambrano o el actor Paco Rabal. Laforet creyo encontrar el lugar idóneo en el cual reencontrarse con ella misma como escritora. Reiniciando por enésima los bosquejos de lo que sería la segunda entrega de su citada trilogía Tres pasos fuera del tiempo, cuya continuación, Al volver la esquina, publicó Destino tras su fallecimiento en 2004 y que comenzó con una primera entrega titulada Insolación. A la postre único título que publicó en vida. 


El estado anímico era tan estable que un mes después veía las cosas muy diferentes declarando: «Roma me encantó, Roma me repelió, Roma me ha vuelto a gustar muchísimo», le dice a Sender entusiasmada. O «He encontrado en Roma un ambiente intelectual entre españoles y extranjeros que es el mío. Y amistades constructivas y posibilidades de trabajar en paz. Todo esto quería deciros y que, al fin, después de quemar tantas etapas»

Fachada principal del. Hotel. Portoghesi, que se ha conservado prácticamente desde la época en que se hospedó Laforet 


De esa etapa al final solo nos llegaron algunos relatos como el inacabado Encuentros en el Trastevere, los posteriormente reunidos en un volumen, El Gineceo, Rebelde en carroza. además de Jaque Mate, el título con el que la escritora pensaba concluir su trilogía, y que tras varios bocetos, la historia finalmente iba a estar Inspirada por su instancia en el Trastevere. Y cuyo borrador original conjunto de legajos que guardo la autora en una maleta tras cuya recuperación faltaban perdiéndose (hasta ahora) para siempre. 


En todo caso fueron cinco años en el transcurso de los cuales la escritora encontró al menos en un primer momento cierta estabilidad y sosiego. Siendo el Hotel Portoghesi, un céntrico hotelito de tres estrellas en la estrecha pero encantadora calle de los portugueses, muy cerca de la Piazza Navona donde se instalo dispuesta a vaganbudear por sus calles repletas de gatos. 


Alquilando una habitación de reducidas dimensiones pero agradable, clara y silenciosa en la que puede colocar sus escasos libros y sus revueltos papeles. Impresiones que reunió en una de las muchas cartas que envió a Sender ese mes de febrero de 1973. En la que le dice que eso le había dado ánimos para instalarse en una casa vacía, en la localidad de Castelnuovo di Farfa, en el Lazio. Situada en lo alto de una colina de viñedos, y que estaba escribiendo mucho allí. 


Cómo en muchos otros lugares, en su estancia en Roma la escritora convierte la exploración de la ciudad en una búsqueda de si misma. tratando de esquivar su destino. 


Estancia que se alterna con escapadas a Napoles y Florencia donde se hospeda en el  Castello di Uzzano invitada Margarita Alexandre. Al llegar a Castello di Uzzano (a unos cuarenta kilómetros de Florencia) Alexandre la instaló en una casita ubicada en la entrada de la finca para que estuviera independiente. Castello di Uzzano dispone de una situación privilegiada al estar la pequeña villa de origen renacentista ubicada en un promontorio desde el cual se domina la campiña toscana. Cuyo acceso estaba flanqueado por hileras de cipreses con el adriático al fondo 


Ya de vuelta en Roma fue invitada por Maria zambrano en su casa de Piazza dei Fiori una tarde de marzo de 1973. Un encuentro que por un malentendido fue más breve de lo que hubiera deseado la escritora. Donde pudo admirar la estatua del filósofo  Giorgano Bruno. Cuyo trágico final se produjo un jueves 17 de febrero de 1600 fue quemado vivo en la plaza acusado de herejia. 

 

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Su periodo en Roma se alterno con continuos viajes a España con el propósito de gestionar diferentes trámites con su editorial. En uno de esos regresos ya de vuelta para atender a su hija Silvia, a punto de dar a luz su primer hijo, Liberto (con el tiempo el actor Liberto Rabal). En un primer momento se alojó en casa de Silvia, en un apartamento ubicado en el Trastevere, en el 19 de la calle Viccolo della Penitenza, a la espera de que naciera


Y tras ser acogida de forma momentánea en casa del matrimonio Aza. Pero parece que ha llegado el momento de la paz y de la estabilidad. Ha tomado la decisión de alquilar un apartamento, que a estas alturas tiene el alcance de un refugio, de dos habitaciones y un lindo cuarto de baño en el Trastevere, en el piso superior de una casa de dos plantas, con suelos de madera, calefacción central. El apartamento con vistas a una placita frente al Tíber (la Piazza in Piscinula). Un lugar en el que poder decir «mío», finalmente. Escribe a su «hermana» Linka comunicándole su nueva dirección (Via dell’Arco de Tolomei, 9): «Aquí te pongo mi dirección que al fin es la de mi casa. 

En la parte superior fotografía de Vía Tolomei tomada en 1887, abajo aspecto actual

Época de relativa tranquilidad porque la escritora ya mostraba claros síntomas de que en su fuero interno ya engendraba la necesidad de cambiar de aires.  «No porque Roma no me guste, sino por vivir en otro sitio otro tiempo indefinido. Se ve que nací para vagabunda». Aún así antes de regresar definitivamente a España. Tuvo la oportunidad de entablar una agradable relación con una joven hispanista llamada Giuliana di Febo. Aquella la recibió en su casa de Parioli, un piso luminoso con cristaleras a un jardín particular. O en ocasiones se reunían en la plazoleta que quedaba enfrente de Via Tolomei donde algunos días a la semana instalaban un mercadillo. Allí pasaban horas, tomando café en los alrededores. 


Una de las últimas cosas que hará desde su domicilio romano en Via dell’Arco de Tolomei es escribir al hispanista Gérald Brenan. Confesandole su desazón ante los acontecimientos y circunstancias que le afectan, consternada le explica que está pensando trasladarse a otro lugar, algo que finalmente se produce en 1977. Aunque la escritora tuvo la tentativa de volver en alguna ocasión, finalmente ese reencuentro con la ciudad eterna no se produjo.