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Bíblio de Coses, presta y comparte aquellas cosas que no usas fomentando una economía circular y solidaria


En muchas de las ocasiónes en que nos resistimos abrir ese viejo armario o baúl de resina que adquirimos en el IKEA con el propósito de destinarlo para almacenar la ropa de temporada. 


Y que finalmente actuó como cajón de sastre o caja de Pandora (según se mire) donde depositamos todo tipo de objetos, cosas más o menos triviales, que por concederles algún tipo de valor  (en la mayoria de las veces sin fundamento alguno). Acaban olvidadas sin haber recibido apenas uso.


Es porque somos concientes de que tras abrirlo con la intención de deshacernos de todo lo que haya interior de forma arbitraria y con alevosía. Lo volveremos a cerrar con cierta sensación de frustración y sin ni siquiera haber rellenado el inventario, no sea que extraviemos la lista.


Y por lo tanto lo mantenemos cerrado no haya que repetir tan desagradable tarea una y otra vez. Reconozcamoslo tememos tanto temor a padecer el mal de Diogenes, como ha en el fondo deshacernos de todos esos objetos y pequeños electrodomésticos que almacenamos en los armarios altos de la encimera de la cocina. 

El funcionamiento es similar al de una biblioteca de libros,  fijándose unos plazos de devolución para cada prestamo

Por lo que preferimos pensar que con el paso del tiempo, al menos alguno de estos cachivaches, aparte de acumular polvo en el fondo del armario. Nos acabará ofreciendo algún tipo de rendimiento, rentabilidad que incluso podría hacer realidad alguno de nuestros deseos. Acontecimiento que realmente raramente se consuma posponiendo la decisión para una ocasión más propicia. 


Por lo que en un momento de arrebato y guiados por un irrefrenable impulso (o momento de lucidez) de acabar con el asunto de una vez por todas. Aplicamos ese viejo dicho castellano que dice "ojos que no ven, corazón que no siente", y armándanos de valor metemos furtivamente todos esos objetos en una bolsa de basura.  


iniciativas como la de Bíblio de Coses fomenta una cultura de consumo circular. Donde aquellos productos susceptibles de ser eliminados son compartidos teniendo una segunda oportunidad. 


Y los arrojamos casi siempre sin haberlos separado para reciclaje al primer contenedor de basura con el que nos encontramos en la calle. Lo que éticamente en términos civicos no es lo más correcto pues tendríamos que dirigirnos a punto limpio para tras depositarlos en el contenedor correspondientes, pasar a la cadena de reciclaje. Comportamiento más habitual de lo que pensamos y que al final supone un perjuicio económico y un daño medio/ambiental que se podía evitar en buena medida. 


Si aplicarámos un poco el sentido común, optando por recurrir a soluciones como las que ofrecen los bancos de objetos, un moviento cuyo modelo socio/económico, se basa en principios relacionados con la economía social y circular, y que tras haber cosechado una gran aceptación en países anglosajones. 

Los objetos que se prestan son donados fomentando un consumo solidario

Están  introduciéndose en otros países como España, donde ya podemos encontrar iniciativas pionera como la Biblio de Coses,  iniciativa solidaria y participativa que desde abrió sus puertas operando desde un local situado en el barrio de. Poblénou en Barcelona, ha conseguido crear una dinámica por la que el concepto de posesión del consumo convencional. 


Está siendo sustituido por el de un consumo basado en el alquiler, o en el de préstamo. Conducta que se traduce en que se establece un vínculo más racional basado en una idea de consumo comunitaria. Modelo que tiene múltiples beneficios.


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Tanto en términos económicos, pudiendo prescindir de adquirir aquellas cosas que sólo vas a utilizar de forma puntual, como a nivel medio/ambiental, reduciendo la huella ecológica. Cuyo impacto aumenta considerablemente coincidido sobre todo con el inicio de campañas como las de Black Friday. 


O la siguiente que se produce poco tiempo despues en plena fiestas navideñas, momentos en los que los consumidores se deshacen de excedentes de todo tipo. Los cuales debido a su cantidad suelen ser apilados en los vertederos municipales a la espera de su  turno para pasar a la planta de reciclaje. Cuando en una mayoría de los casos se trata de productos funcionales, que podrían se compartidos modificando las dinámicas de consumo.