El proyecto del Jardín Infantil Kennedy, construido en Bogota (Colombia), parte del planteamiento de que la estructura arquitectónica, debe formar parte del proceso educativo del niño. Enclavado en el distrito que da nombre al centro el conjunto modular.
Se convierte así en una miniciudad, que integra las características del entorno donde ejerce su actividad, estableciendo un vinculo con el mismo, con el que los usuario se identifican. Según los responsables del diseño, el estudio Demos Arquitectos. La aplicacion de este concepto arquitectónico, facilita la adaptación de los alumnos a su nuevo entorno, en el que conviviran buena parte de su vida escolar.
Los accesos en el interior del centro, desde donde se distribuyen las aulas y las dotaciones deportivas, son dos pasarelas longitudinales situadas ambas flancos del edificio, emulando a las calles en pendiente del exterior, manteniendo un contacto visual con el paisaje urbano. Esta extensión de la ciudad.
Comprende las instalaciones comunes y el patio, donde los alumnos rompen con el arquetipo diferencial de la escuela, como un edificio compartimentado, donde tener que desempeñar un rol diferencial. La circulación es organizada desde la llegada a un lugar denominado la plaza publica.
Donde la relación previligiada con el vacío se experimenta, a través de los grandes ventanales, convirtiéndose en un lugar de reunión, donde los padres y los niños aprenden mutuamente pedagogía a través de las emociones. Convirtiendo el espacio académico en un sitio inclusivo y zona de usos múltiples. Esta área lleva directamente al patio entre edificios y, la calle principal que construye el proyecto, en esta zona los niños se cruzan en el cambio de clase.
Las relaciones espaciales juegan un papel crucial en el proyecto. La vida del barrio, las actividades académicas, recreativas y de juego. La calle y su importancia como elemento de organización.