Jeanne K. Simmons, vestir el paisaje de humanidad

 



En buena parte de los autor@s o artistas adscritos al movimiento de Land Art se observa una constante que predomina como elemento no solamente estetico sino conceptual. Una constante que de forma no deliberada persiste en eludir la incorporación en sus proyectos, ya sean de factura interior.

O aquellos (los mas usuales), aquellos trabajos que tienen como ambito creativo el espacio publico o como suele ser mas natural y predominante, alguno de los muchos y diversos paisajes naturales o silvestres. Del cuerpo humano como elemento discursivo con el que articular un lenguaje expresivo.


Aunque de forma puntal se rompe esta norma (no escrita), incorporando algun elemento corporal en alguna actuación. Ya sea por coherencia o porque simplemente no se contempla la necesidad de que el cuerpo humano se hibride con los materiales de origen natural.

Que previamente han sido seleccionados por la autor@ para trasladar la síntesis de su obra al espectador. Que por otra parte lo que busca en una obra de Land Art es un reencuentro y comunión con su memoria y por lo tanto con su herencia natural y organica del paisaje y el medio natural.

Circunstancia que en esta sociedad hiperdigitalizada, tecnificada y artificial, provoca que como sujetos tengamos la oportunidad de abordar y recuperar el pulso de nuestro ethos mas trival a la vez que instintivo. Aquel que en esencia nos vincula a nuestro origen ancestral y mas animal.


Titulada Extensiones, una larga trenza hace de conexión y lo humano


Pero como en toda manifestación creativa hay excepciones y en el cada vez mas fecundo universo del Land Art, también existen figuras que sin salirse de los canones a los que obedece el genero. Si han logrado constituir una identidad artistica, en la que de forma mas o menos destacada la incorporación del cuerpo humano.

Como uno de los recursos semánticos mas identificativos en sus obras y que por lo tanto constituyen la medula espinal de su carrera. Representan un rasgo y detonante intelectual en el desarrollo de la practica totalidad de sus intervenciones.

En este sentido para mi uno de los referentes mas representativos es el de la artista Jeanne K. Simmons. En la que esta hibridación entre la naturaleza y el cuerpo humano esta mas omnipresente. Añadiendo a sus trabajos una sensación de movimiento.


El trabajo de Jeanne explora el rendimiento visual del paisaje expresando su mas profundo respeto por la tierra de la que considera que forma parte y con la que ha establecido algo que vas mas alla de un compromiso artistico y vital.


Y de encuentro entre el paraje y sus diferentes componentes naturales, y la espontaneidad del conjunto de los rasgos gestuales humanos a través de cuya mecanica y conducta nos relacionamos. Ya sea entre nosotros como individuos o con el resto de las criaturas, con las que queramos o no compartimos este maravilloso planeta, que tan generosamente nos alberga.

Declarada feminista y activista del movimiento LGTB, la artista nacida en la ciudad estadounidensd de New Hampshire, desde sus primeras obras coincidiendo con los ultimos coletazos de su formación en la Maine College of Art, donde obtuvo un BFA en escultura en 1991. Ha mostrado estas cualidades compartidas por la humanidad y la naturaleza.

Pero no es hasta que en el transcurso de la ultima de la esta segunda decada de este siglo cuando Jeanne se traslad con sus tres hijos a lo localidad del medio oeste Port Townsend. Cuando en sus primeras incursiones en la practica del Land Art, con titulos como Grass Cocoon o Ivy Dress, ambas facturadas en (2018).

Lace Skirt un vestido que surge de lo que emerge de la tierra

Donde Jeanne nos muestra ya su descarnada delicadeza a la hora de utillizar los residuos forestales que recoge en su entorno mas proximo. Y con los que confecciona patrones y un out-fit muy singular, con los que viste a sus modelos, creando paisajes liquidos y efervescencentes.

Que invitan a invitan a la reflexión acerca de lo ajeno que nos resulta la naturaleza. Fenomeno al que ha recurrido a lo largo de prácticamente toda su corta pero intensa carrera.  En obras mas elaboradas a la vez que simbolicas como como Women  o Extensions fechadas en plena pandemia.

Y en las que sin renunciar a la delicadeza poetica de la que ha hecho gala hasta ese momento, les añade un enfoque en las que las protagonistas son por una parte la plasticidad y en un sentido mas hormonal la raiz que penetra hasta lo mas profundo de la tierra. 


Jeanne desarrolla una especie de intimidad, basando su práctica en este sentido de familiaridad. Incluso puede empezar a sentir que nosotros mismos nos hemos convertido en parte de ese lugar, y es este sentimiento lo que le inspira.



Buscando, quizas, una oscuridad luminosa que se convierte en un mensaje esperanzador. Siendo esta antitesis, una tónica que le ha acompañado en cada uno de los proyectos que ha emprendido desde entonces. Y con los que establece una fuerte conexión con su entorno.


Criterios con una postura concruente y casi militante con los que nos  desafia a traves de una serie de obras como; Lichen Wedding, Mario with Quilt in Cedar Grove o Self-Portrait with Gloves (2024). Propuestas en las que emplea el paisaje como un vestido en las que el matiz elegante con un toque barroco se deja entrever. No solamente en sus obras realizadas en campo abierto, sino en aqullas mas modestas y en otros formatos destinadas a ser expuestas en galerias.










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