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Simon Norfolk, el paisaje despues del conflicto

 


Hay espacios que parecen que permanecen inalterados independientemente de tiempo que le suceda, sobre todo si nos referimos a paisajes naturales, que aunque cada vez se puedan contar menos en numero se conservan salvo pequeñas variaciones practicamente bajo los mismos parámetros evolutivos que hace millones de años. 


Por poner un ejemplo de las cordilleras, se trata de accidentes geográficos que salvo raras excepciones, no se han visto alterados por la presencia del ser humano, salvo, quizás en aquellas actividades asociadas con las perforaciones mineras, modificación que se observan principalmente. 


En aquellas explotaciones a cielo abierto, donde a poco que te fijes si puedes apreciar como las características primegenias del territorio, si presentan una alteración en su entorno. Que en mayor o menor grado ha propiciado una transformación de ese espacio, e incluso existen explotaciones mineras. Que debido al largo intervalo tiempo y a la agresividad con la que se ha operado sobre ese espacio. 


Poco a poco han visto como aquellas cualidades que caracterizaban su morfología se han diluido, hasta dejar los diferentes accidentes geográficos que lo conformaban prácticamente irreconocibles. Este oxioma que se pueda aplicar al entorno natural, sin embargo se desmorona cuando lo observamos desde el punto de vista de un urbanista. 


Pues es en las ciudades es donde la volatilidad de los cambios y transformaciones del tejido urbano mudan reduciéndose a una unidad temporal mínima. Hasta el extremo  de que dependiendo de los elementos urbanisticos, arquitectonicos, culturales, económicos o por ejemplo religiosos impiden de alguna forma que perduren en el tiempo. 

Perteneciente a su serie más conocida titulada Afghanistán Chronotopia, donde su autor nos muestra los efectos de un conflicto sobre el paisaje 

O al menos que se ralenticen en mayor o menor medida afectando de forma más gradual y transversal, a la composición y funcionamiento de ese ecosistema urbano y sociologico, empobreciendo o por el contrario enriqueciendo las dinámicas que se establecen entre el conjunto de ciudadanos que lo habitan y la totalidad de los agentes sociales bajo cuya jurisdicción se encuentran. 


Esta sensación de estar ante una sociedad tribal, en la que el paso del tiempo se había detenido por completo, lo experimente de forma súbita viendo los trabajos del prestigioso fotográfico especializado en paisajísmo intervenido. Simon Norfolk, cuya serie titulada Afghanistan Chronotopia, (segundo término que etimologicamente es una composición que proviene de las palabras griegas topos que traducida al español sería lugar y cronos que traduciría como tiempo). 


Te ofrece un excelente análisis fotografico de los escasos cambios a los que han sido expuestos una sociedad tan tribal en muchos aspectos como es el conglomerado de clanes que han moldeado dando forma a la sociedad afgana desde hace cientos de años. 


Y por lo tanto de los espacios que habitan, ya sea en las escasas ciudades con las que cuentan, o en el diseminado entorno rural. Donde se concentra buena parte de la población, paisaje rural donde los ecos de la civilización apenas han hecho acto de presencia, haciendose más notable si cabe esa inalterebilidad en el paso del tiempo. 


El fotógrafo Simon Nortfolk retrata los restos del naufragio que transforman tanto el paisaje urbano como el humano tras un conflicto.


Una sensación de casi congelación del paso del tiempo, y de estar ante un sociedad cuya arquitectura se sigue construyendo aplicando patrones arcaicos que se agudizan aún más si cabe. Cuando te das cuenta no sin cierta sorpresa, que la selección de instantáneas que forman parte de aquellos extraordinarios trabajos tienen alrededor de veinte años. 


Algo que a mí personalmente me dejó atónito cuando contrastaba estas fotografías, que en su momento pensé que eran absolumente actuales, con las innumerables aportaciones graficas de otros reporteros más especializados que estaban trabajando sobre el terreno durante la penúltima y más reciente crisis sufrida por este pais durante el verano de 2020.


Pudiendo corroborar las heridas y el grado deterioro sufrido por el pueblo afgano, como consecuencia de ser un país, cuya reciente historia se destaca por encontrarse en un constante conflicto el cual ha devorado sus cimientos en términos morales y sociales. Viendo como el estándar de desarrollo no solamente no ha avanzado durante el último siglo. 

Uno  de los muchos edificios que apenas se sostienen en pie enAfganistán,  tras sucesivos de colonizacion

Sino que más bien y objetivamente ha retrocedido, hasta casi ofrecer unos índices, que independientemente del ámbito y del baremo que apliques, arroja un resultado que te transmite una sensación cuando menos desoladora. Donde el término esperanza pierde y carece de significado alguno, condenando a este país a un perpetuo divagar. 


Sensación de pesadumbre que permanece latente en tus pupilas, cuando tienes la oportunidad de "deleitarte" con la sensibilidad que despliega este fotógrafo nacido en la ciudad de Lagos en Nigeria en a mediados de 1963. 


Residente en la ciudad de Kabul, la fotógrafia de Simon explora los estragos que transforman el paisaje después de un episodio conflictivo. 


Y que en la actualidad tiene su sede en la capital afgana de Kabul. En proyectos donde el tema central donde se enfoca en la transformación del paisaje, ya sea en un contexto urbano o cuando se traslada a lo más remoto del caucaso fotografiando los efectos que dejan las grandes piezas de artillería abandonadas. 


Cicatrices que dependiendo de cercanía en el tiempo y de lo reciente que sean, se han integrado en el paisaje, siendo absorbidas sino directamente borradas exhibiendose como si fueran elementos productos "generados de forma natural" por el propio entorno. Metamorfosis del territorio que también se convierte en materia en los trabajos de Simon. 

Perteneciente a la serie Battlespace, la imagen muestra un camino que inesperadamente presenta un socavo en mitad del mismo

Por citar uno de los muchos que puedes hojear en su web, recomendarte el titulado The Battlespace, trabajo a camino entre el reportaje de actualidad y el documental. Donde Simon dirige su mirada con soltura fijandola en paisajes donde los efectos de la guerra todavía siguen vigentes sobre el paisaje, llegando a condicionar la vida de los habitantes muchos años despues de que finalizarán. 


Tomadas a caballo entre los conflictos de Irak y Afganistán. Simon construye un relato visual que deliberadamente se obstina en descargarlo de artificio alguno. Tampoco se empeña en buscar con su objetivo tomas que fascinen por su crudeza y visceralidad. 


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Simplemente encuadra el lugar con discreción, no se ven posturas en las escasas figuras humanas que aparecen en las fotografías, uno diría que por casualidad. Como si los testimonios de lo que en un determinado lugar sucedió se expresarán de forma más categórica y elocuente a través de los objetos que han perdurado en el tiempo.


Quizas esa naturalidad en la imagen sea el resultado de que Simon, utiliza la técnica clásica de placas para revelar unas fotografias, caracterizadas una mezcla de lírica y de frialdad, mezcla que facilita una reflexión que va mas allá de la inmediatez del impacto visual que provocan en el sique del espectador. 



Omar Sanadikia, antes, durante y despues de una guerra


Omar Sanadikia reportero que trabaja para la agencia de noticias Reuters, ha tenido la oprtunidad de seguir la evolución de la guerra civil en Syria desde poco después de que se iniciara en Marzo de 2.011. Arriesgando en numerosas ocasiones su vida para capturar a través de su cámara las devastadoras consecuencias del conflicto.

A través de sus reportajes graficos realizados sobre el terreno, se pueden constatar el antes y después de una guerra fracticida, además del cuantioso balance de daños que presenta el patrimonio arquitectónico de la ciudad milenaria de Aleppo situada en el Note del país y que se ha convertido en uno de los principales bastiones y escenario de batallas entre las diferentes facciones involucradas.

En muchos casos los daños que presenta el casco viejo de carácter irreversible o directamente en estado de ruina que reflejan muchos de sus edificios mas iconicos situados en lugares tan emblematicos como; La Mezquita Omeya, La Ciudad Vieja, La Ciudaela, los Baños de Hamam el Nahasin o la entrada al zoco de al-Zarab por citar solo algunos ejemplos

La imagenes tomadas por Omar nos describe el proceso de degradación provocada por los miles de bombardeos y escaramuzas militares perpetradas, y que ya sea de forma explicita o como consecuencia de daños colaterales muestra un paisaje desolador cuya esencia y patrimonio afectado va a requerir para su recuperación de improvos esfuerzo y grandes dosis de humanidad

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Realizadas en dos instantes diferentes dentro de un mismo acontecimiento en un intervalo relativamente corto de tiempo, las fotografías de Omar refleja la tensión entre lo que se resiste a desaparecer y lo que sobrevive pese a la incertidumbre de un incierto futuro.



Raúl de la Fuente - Otro día de vida, el dilema de un hombre ante un mundo que se acababa



Estrenada en Otoño de este año el biopic animado titulado Otro día de vida, se centra en el conflicto civil que padeció Angola en la década de los años 70´s del siglo pasado. Visto a través de los un testigo de excepción como es el reportero gráfico y escritor polaco Ryszard Kapuściński.


Dirigido por el cineasta Raúl de la Fuente y producido por Platige Films, se trata de un trabajo que ha sido nominado en el apartado de mejor animación en la ultima entrega de los premios de cine español Goya, además de haber sido seleccionada para competir en la próxima gala de los Oscar. 

Por lo que estamos ante una animación (la cual por cierto podéis ver íntegramente desde AQUI) que entre otras cualidades nos ofrece un trabajo técnicamente impecable y visualmente impactante, tanto en la narrativa estética como en la labor intelectual que construye una historia en la que el contexto social conduce una trama visceral. 


En la que el conflicto bélico no se traducen sólo en cifras, sino en nombres apellidos, perspectiva humanista en la que la épica de la guerra tan recurrentes en otros films pertenecientes al género bélico se diluyen. Gracias principalmente de los testimonios que se alternan en imagenes reales, de los muchos amigos con los que contaba este reportero único en la profesión que marcó toda una época suponiendo su presencia una influencia e inspiración para much@s de l@s que le sucedieron. 

Algo muy de agradecer pues está determinación a la hora de contar unos hechos realmente tragicos que se aproximan de esta forma nítida a lo que sucede realmente en acontecimientos tan trágicos como los que se padecen en una guerra civil, que es el epílogo, como en este caso a un proceso de descolonizacion.


Un día más con vida es la primera película en la lirica de las crónicas del reportero Ryszard Kapuściński se traducen a un lenguaje cinematográfico. Más conocido por el autor de la crónica shakesperianassssaa El Emperador tuvo el dudoso privilegio de cubrir innumerables golpes de estado, exponiendo su vida numerosas veces.

En cuya realización se han empleado innovadoras técnicas de filmación por ordenador. Herramientas cuyos mecanismos narrativos han sido explotadas con extrema habilidad por el director de la cinta. Con las que ha logrado un efecto realista sin recurrir a soluciones 3D tan de moda ultimamente.
 
Poniendo el acento en los aspectos y rasgos humanos, con los que vertebra una historia donde el espectador puede percibir la tensión que experimentan sus protagonistas, y los hechos que se relatan que hacen referencia a uno de los periodos mas truculentos de la ex-colonia portuguesa.


Kent Klich, un reportero que relata la memoria del conflicto


Fotografiar un conflicto belico o una situación extrema en el momento en el cual se esta produciendo tiene unas connotaciones diferentes dependiendo del enfoque informativo que se aplique. Pues las valoraciones socio-politicas ofrecidas por las autoridades se suelen limitar a meras cuantificaciones de las victimas.

Y a una version más bien sesgada de los episodios sobre los que informan. Por lo que todo parece quedar al fin y al cabo en una cifra con diferentes digitos, registro que deshumaniza aún más el episodio específico cuyas consecuencias negativas están afectando a una población civil. Que casi siempre suele ser la más vulnerable e indefensa y por lo tanto por lo general experimenta los peores efectos.

Dependiendo de la magnitud de la catástrofe que se esta produciendo y de la transcendencia mediática que se despliega alrededor de ellos. Las estrategias informativas aplicadas desde las diferentes partes implicadas en el conflicto recibirán más o menos presión por parte de la opinión publica.

Para encauzar el conflicto por una senda en la que el rigor informativo se materialice reflejando la realidad de los acontecimientos que se retratan es necesario adoptar una posición en la que el periodista se involucre siempre manteniendo cierta distancia respecto a los hechos que presencia. En este contexto en el que la inmediatez informativa y la verocidad precisa un pulso que no caiga ni en el sensacionalismo ni en lo políticamente correcto.

Las miradas elocuentes como la de Kent Klich, un reportero que cuenta con una dilatada trayectoria, habiendo cubierto algunos de los episodios mas trágicos de las últimas dos decadas en países como Dinamarca, México, Rumania, Palestina/Israel y Rusia.


El enfoca y encuadra con el objetivo cuando tras el primer impacto sobre el terreno, cuando comienzan a supurar las heridas de una víctimas que entre el desconcierto y terror. Tratan de asimilar la abrumadora cascada de acontecimientos de los que están siendo víctimas propiciatorias.

Pero también muestra su preocupación y su compromiso cuando, esas mismas victimas dejan de ser noticia pero se ciernen sobre ellas las secuelas que dejan los zarpazos que no han podido esquivar. Una aptitud activista que se traduce en un ejercicio singular que ennoblece su profesión.


Kent Klich nació en 1952 en Suecia. Estudió psicología en la Universidad de Gotemburgo, Suecia y fotografía en el Centro Internacional de Fotografía, Nueva York, Estados Unidos. Se unió a Magnum en 1998 y se fue en 2002. Kent Klich es un artista visual y educador que trabaja en los campos de la fotografía y el cine.


Que enfoca su profesión aplicando metodologías colaborativas de creación de imágenes y representación. Centrandose en la interconexión entre disciplinas; una imagen nunca se mantiene sola, sino que se vincula con el lenguaje, los objetos, los sonidos y los documentos. Su obra narra las realidades sociales y políticas a las que asistimos y sus complejidades, cuestionando y creando una multiplicidad de puntos de vista sobre temas no resueltos, poniendo énfasis tanto en la reflexión crítica como a emocional.