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La fotógrafa Rebeca Binda en 5 Minutes, nos describe las consecuencias humanas y medio-ambientales de un vertido de deshechos mineros en Brasil



Rara es la temporada que como miembros pertenecientes y participantes de eso que conocemos como opinión publica, asistimos estupefactos a una serie de acontecimientos cuyo relato central y cuerpo informativo nos deja constancia sobre la enésima catastrofe medio-ambiental que está consumiendo nuestro planeta.


Desastres cuya autoria está protagonizada en mayor o menor medida por la presencia del ser humano, y cuya transcendencia mediática suele ser equiparable al impacto ecológico o los intereses económicos economicos que se han visto afectados. Episodios trágicos que en todo caso y dependiendo de la magnitud de los mismos suelen ser responsabilidad de grandes compañías.

Cuya capacidad financiera e influencia para operar globalmente implica que puede presionar con el objetivo de poder modificar los marcos normativos de determinadas regiones, que poseen por otra parte una gran riqueza en recursos casi siempre relacionados con la explotación y extracción de enormes reservas de minerales de todo tipo que han permanecido prácticamente inalterados durante milenios o millones de años.


Y que debido fundamentalmente a las mejoras en términos tecnológicos y a la voracidad de un mercado de consumo insaciable, se han acabado convirtiendo en un activo realmente apeticible. Por el que desde  grandes oligopolios occidentales se destinan cantidades de dinero con el que se depreda hasta la extenuación el territorio sobre el que se opera.

Derivandose unas consecuencias para el entorno y sus pobladores que en la mayoría de las ocasiones suelen tener casi siempre un efecto muy negativo. Uno de estos episodios cuyo accidente o mala gestión supuso una haceatombe y una fractura cuya transcedencia, todavía en la actualidad plantea serías dificultades a la hora de estimar el daño que se produjo tanto a la fauna como a la flora local.


Muchas especies endémicas que todavía permanecían sin catalogar, y por lo tanto y con casi absoluta seguridad se habrán perdido de forma irremediable para siempre. Algo que en  el actual contexto donde debido a los devastadores efectos producidos por el cambio climático se corre el peligro del que el noventa por ciento de la biodiversidad que alberga el planeta tierra se extinga definitivamente casi supone una anecdota.

En la mano derecha un puñado de tierra antes del desbordamiento, en la izquierda un bloque de tierra compacta y sólida producto de la riada de lodo

Fueron los vertidos que a lo largo de noviembre de 2015 contaminaron una extensión territorial equiparable a la de un país como España en la región brasileña de Minas Garais. Cuya traducción al castellano sería más o menos Minas Generales, (por definición resulta esclarecedora). Un departamento situado al Oeste del país que tiene frontera con dos de las regiones más ricas y desarrolladas de su vasto territorio como son el estado de Espíritu Santo y el megaturistico estado de Rio de Janeiro.  

Un lugar en definitiva muy codiciado debido a que posee una variedad de yacimientos de extracción de minerales como el hierro, el manganesio o el hierro. Así como piedras preciosas como el topacio y la aguamarina. O lo que representa su mayor tesoro, bolsas casi infinitas de hidrocarburos. Cuyos deshechos, los que se generan tras ser tratados se almacenan en presas como las de Fundão y Santarem que a una distancia de 35 kilómetros de la localidad de Mariana.


Eran gestionadas y responsabilidad de la subcontrata Samarco, filial de las compañías petrolíferas  BHP  y Vale SA. Cuando uno de los principales diques de contención reventó, hecho que se produjo el día cinco de Noviembre, cuando declinaba la tarde y las medidas de vigilancia se reducían coincidiendo con la finalizacion de la jornada laboral. Momento en que se producía una enorme grieta en la principal represa.


Con el espíritu de documentar un desastre natural en que ha intervenido directamente el ser humano, las imágenes de Rebeca Binda tratan de determinar gráficamente las causas y autoria del desastre.


Iniciándose en ese instante vertido que finalmente alcanzó la principal cuenca fluvial de la región, el río Doce. Un afluente de cuya agua se nutre la mayor parte del valle por el que discurre, y de cuya agua depende en mayor o menor medida las decenas de miles de personas que residen en alguno de los 230 municipios por lo que discurre, y que tras extenderse en las semanas sucesivas acabó abnegando un territorio similar al que abarca un país como la República de Portugal.

Llegando a contaminar algunas comarcas pertenecientes a los departamentos aledaños. Una colosal bolsa de deshechos que según avanzaba sin encontrar prácticamente oposicion, inundando todo tipo de propiedades ya fueran públicas o privadas, como fincas, lugares de pastoreo o la infinidad de tierras dedicadas al cultivo de todo tipo de vegetales.  Redactaba en mayúsculas y en negrita la mayor catastrofe natural.

Que hasta ese momento había sufrido Brasil, un país singular por otra parte en términos medioambientales. Ya que cuenta entre su privilegiada seleccion de espacios protegidos con ni más ni menos que la selva del Amazonas. Masa forestal considerada por su magnitud y diversidad el pulmón de nuestro planeta, por lo que suele estar sometida a un continuo estrés y amenaza medioambiental.

Interior de una de las aulas de la escuela de Paracatu después de la riada de lodo

Un daño de incalculable magnitud que según datos recogidos sobre el terreno y emitidos por las principales organizaciónes tardará en revertir sus tóxicos efectos, en un plazo que se estima no será menor a los 100 años. Aunque hay  ambientalistas y ecologistas como Andre Ruschi que realiza su labor en la Estación Biológica de Marina Augusto que se ha pronunciado en términos más catastróficas afirmando que muchas zonas y sus ecosistemas son irrecuperables.


En definitiva un crimen ecologico producto de un exceso de almacenamiento que finalmente se desbordó en el momento en en  el momento en el que los operarios lo sometían a mantenimiento. Que tras ocho años desde que sucediera y se esclarecieran las causas, y ser encausados sus responsables, a los cuales simplemente se le fijo una sanción económica cuya cifra ascendió a la ridícula cifra de 250 millones de Reales brasileños.


Con Five Minutes, su autora pretende abordar la crisis que se está derivando del cambio climatico, desde una óptica social, destacando aquellos colectivos sociales que dependiendo de la latitud geográfica que se analice son los más afectados.


Deja tras de sí una estela de frustración e impotencia entre las cientos de miles de victimas cuyos principales representantes en el juicio sólo contaron en su conjunto con cinco minutos de tiempo para exponer en un alegato su tragedia tanto personal como colectiva. Fracción de tiempo que sin embargo fue suficiente sustancial para que la fotógrafa local de Rebeca Binda, armada con su equipo fotográfico se desplazará a los principales lugares donde dejó la riada fue más virulenta. Tanto en términos medioambientales como humanos y donde las huellas de la catástrofe han permanecido prácticamente intactas.

Para elaborar y ofrecernos un documento gráfico por momentos estremecedor de las graves secuelas que padecen los cientos de miles damnificados que son los testigos de las fracturas tan profundas que han dejado los sedimentos de hierro que han perforado la tierra, penetrando hasta el punto de dejarla impracticable para cualquier labor ya sea agrícola, forestal o ganadera.


Esterilidad cuya gravedad en términos generales se viste con su cara más cruda en términos de impacto ecologico, observando el avance inexorable de una desertificacion en un paisaje, que se muestra con su máxima crudeza en las proximidades de Paracatu de Baixo. Una de las áreas más afectadas por el desastre en las proximidades de la mina Samarco, tal es así que todavía se encuentran animales muertos tendidos al lado de los márgenes del rio.




Un ecocidio desolador por el que la fotógrafa pasó momentos realmente tristes, pues ella crecio en la capital del estado de Belo Horizonte, siendo uno de los destinos de ocio y esparcimiento para los residentes de la ciudad. Cruzado por miles de senderos que surcan los bosques. Y que ella recuerda acompañada de toda su familia especialmente sus abuelos con los que recuerda organizar excursiones por el valle del rio casi cada fin de semana.

Para Belinda la prioridad a la hora de recorrer las aldeas y retratar a las gentes que se vieron obligadas a emigrar a la ciudad, era establecer un vínculo con sus habitantes y los lugares. Los que durante generaciones han convivido en armonía con todo los demás seres vivos que ya prácticamente han desaparecido. Un mapa visual y emocional cuyo reportaje íntegro se publicó en el magazine de fotografía Lens Culture durante el último trimestre de 2021, y que podéis leer al completo aqui.



Un diario de Rusia, tras las huellas de Steinbeck y Capa 70 años despues


Cuando John Steinbeck acepto el encargo de New York Herald Tribune para que realizara un reportaje, un encargo para el rotativo producto de un viaje compartido con el fotógrafo Robert Capa, nunca pensó que los embarcaría en una aventura mezcla de literatura y crónica periodística que tras semanas de recorrido.

Les permitiría conocer y ser testigos de los profundos cambios que se estaban produciendo en el conjunto de repúblicas que formaban en aquel entonces la Unión Soviética. Un vasto territorio cuyas características humanas y económicas estaban siendo reconfiguradas a partir del molde ideológico de Stalin

Nunca imagino que estaría redactando su segundo fresco que finalmente se acabaría en un volumen de viajes titulado Russian Journal. El primero había sido la que quizás sea su mas famosa novela junto Al este del Eden y que al igual el diario ruso se apoya indirectamente en el trabajo de otro icono de la fotografía como es Dorothea Lange.

Que retrato en imagenes las nefastas consecuencias que supuso para la clase media americana acontecimientos como el crack del 29 y su consiguiente sequía que arruino campos y cosechas, hechos que provocaron la mas importante inmigración interior ocurrida en los Estados Unidos durante el Siglo XX, siendo un excelente material para narrar las muchas adversidades de la familia protagonista de las Uvas de la ira.


DEL PASADO AL PRESENTE EN IMAGENES
 
Ahora, cuando se cumple el 70 aniversario de aquel mítico viaje, en estos momentos presididos por la transición y la incertidumbre, donde desde diferentes posiciones se esta sosteniendo, que en términos políticos y geo-estrategicos Occidente se esta encaminando hacia los que muchos denominan ya como la nueva guerra fría.

El fotógrafo de la agencia Magnun (de cuya puesta en marcha también se celebra el 70 aniversario) Thomas Dworzak y el escritor Julius Strauss, reeditan todas y cada de las escalas del primer tour completado por Steinback y Capa.

Radiografiando una región cuyas fronteras fueron redefinidas tras la caída del muro de Berlin, pero que en muchos aspectos aun hoy en día guarda algunos paralelismos heredados del estalinismo.

Similitudes que se pueden observar en diferentes ámbitos sociales y económicos, pero donde son mas evidentes estos viejos modelos de gestión son en lo mecanismos relacionados con las diferentes esferas de poder y su administracción, continuidad que se acentúa en estamentos como el militar, el mediatico o el de la gestión de los recursos naturales.

Sectores donde ya sea por el aumento de la inversión como en el caso del estamento militar, o del monopolio ejercido por la administración en el control de los medios de comunicación, supone que la tan ansiada democracia se haya convertido en una manifestación folkclorica, donde el ejercicio del derecho es en la practica muy limitado. 

Habiendo cedido terreno frente a un entorno económico influenciado por el neo-liberalismo, paisaje económico donde las desigualdes se han acentuado, estimuladas por miles de supuestas oportunidades, lo que ha provocado una fuerte ascensión de las diferentes sensibilidades nacionalistas que han emergido en las diferentes repúblicas ex-sovieticas en las ultimas décadas.


ENTRE EL BLANCO Y EL NEGRO Y LA ERA DIGITAL

Otra de las notables diferencias de las que se puede percatar el observador al comparar las mas de 4.000 fotografías realizadas en blanco y negro en 1.947 por Capa, y las instantáneas en color tomadas en formato digital a lo largo del año pasado por  Thomas Dworzak.

Aparte de las transformaciones (en ocasiones mínimas) producidas tanto en el paisaje rural como urbano y su arquitectura, son las protagonizadas por los habitos y las enormes transformaciones que si se han producido en el ámbito de las relaciones sociales.

En las cuales finalmente se ha impuesto el concepto de individualidad sobre el de la gestión colectiva, tanto de los recursos materiales, como humanos, como afectivos y familiares. Tansformación social que al contrario que en la mayoría de los países Occidentales, todavía no se ha acompañado de una diversidad ni cultural ni racial.

Esto es debido fundamentalmente a que geograficamente se trata de países que están distanciados de las rutas migratorias, a lo que hay que añadir sus patrones climatológicos donde predominan las temperaturas extremas. Todo esto hace que las sociedades cuya matriz eran las antiguas repúblicas sovieticas no presenten una heterogeneidad comparable a los sustratos de las sociedades Occidentales, ofreciendo un retrato que aunque atractivo y colmado de expectativas, todavía le falta algunas piezas para completar su transición que le proporcione la estabilidad y credibilidad necesaria, disipando algunas de las muchas interrogantes que existen.
  
Relacionado: Viviendo en un ferry de cien años en New York

Dividido en tres entregas la excelente crónicas tanto visual como escrita del trabajo A Russian Journal Retold, Part 1: On Aeroflot to Moscow, nos ofrece la oportunidad de echar la mirada atrás tomando conciencia de los cambios, que se han producido en una de las zonas del planeta que arroja mas incógnitas de cara al futuro.


Hin Chua fotografiando lo que ha sucedido y sus ausencias

Hin Chua es un fotógrafo nacido en Malasia emigrante en Australia y afincado en Londres ciudad finalmente en la que se asentó, y donde ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria como fotógrafo. 

Según cuenta en su biografía, en su juventud mostró un gran interés por el estudio de la historia militar. Inquietud que con el paso del tiempo fue cultivando, dotándole de una serie de conocimientos.

Que ya en su edad adulta y tras haber completado academica, incorporo a muchos de sus trabajos sobre el terreno. Experiencia y bagaje que uno puede observar en cada y uno de sus trabajos.


En los que se perciben de forma sutil el drama que supone ser una víctima colateral involucrada de forma gratuita, y casi siempre arbitraria en un conflicto armado. Construyendo un relato cuyo escenario y su consecuencias están plagados de ausencias.

Que sin embargo se pueden percibir encarnadas en cada una de las cicatrices, que se han producido en las fachadas de los edificios y espacios comunes.  Hasta hace no mucho rebosantes de vida. Señales que dejan constancia de una pérdida muchas veces irrecuperable.

Eso extrapolado a la percepción que aplica a sus fotografías se traduce en composiciones, donde el objeto donde fija su objetivo independientemente del contexto donde se realice la fotografía representa la nota disonante.


En un escenario poblados de personajes ausentes y mudos, de objetos o paisajes que han quedado como testimonios de la acción irracional, la barbarie y sus consecuencias.


Su nombre es habitual en los numerosos certamenes de fotografía en los que participa, habiendose convertido en un referente de un tipo de fotografía por su contenido social. Donde asiste como testigo que registra con una cámara a los acontecimientos mas convulsos de una sociedad que se encuentra en pleno proceso de globalizacion.