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Hutong en Beijing, un laberinto de callejones para viajar en el tiempo a la China milenaria


Sitiado por grandes rascacielos que erguidos parecen mirar desde lo alto con aire de suficiencia, el entramado de callejones que forman el principal Hutong de Pekin, delimita no solamente geograficamente una frontera visual entre la ciudad mas sofisticada y dinámica de la actualidad.

Y la mas tradicional en la que todavía a pesar de la excesiva presencia de turistas que cámara en mano cruzan el umbral del arco de la entrada principal, que se encuentra a la altura de Nachizy Street, a partir del que se pueden observar escenas cotidianas protagonizadas por sus residentes.

Sino humana, diferencias cotidianas que se encarnan residentes como la venerable anciana Hui Ying cuya familia se asento en el distrito a principios del Siglo XIX, siendo testigos de las sucesivas transfomaciones que ha experimentado, y que casi a sus noventa años apenas ha salido del barrio, en el que a pesar ya de su debilitada salud puede orientarse con los ojos cerrados. 

Entre las cientos de callejuelas y las mas de dos mil viviendas de las mas de 4500 que había antes de que con motivo de la celebración de los Juegos Olimpicos de Beijing, buena parte de ellas absorvidas por el sector financiero, barrio colindante a las murallas de la Ciudad Prohibida.


TRADICIÓN ARQUITECTÓNICA Y VIDA EN COMUNIDAD
 
Que supuso el que cientos de familias que tras muchas generaciones fueran literalmente expulsadas de unas viviendas, cuya tipología arquitectonica muy similar condiciona toda una forma de concebir la vida en comunidad.

Construidas bajo la dinastía Yuan, clan guerrero que unifico lo que hoy conocemos como la China actual. Se trataba de casas destinadas principalmente a oficiales de alto rango que servían en el ejercito y mercaderes que ofrecian sus productos al emperador.

Almacenando sus productos en el patio, espacio de  plaza rectangular situado a la entrada, y que hoy en día se destina como lugar de reunión vecinal, estando en buena parte ajardinados con variedades locales, aunque los hay que cuentan con fuentes, que en los días de Verano se convierte en un aliciente no solamente para sus moradores.

Sino para los miles de visitantes que andando o montados en los tradicionales Rickshav se desplazan entre los dos principales conjuntos momumentales del hutong, la Torre del Tambor y el Lago Shichahai, y  sus vías principales a las que se accede tras bajarse en la parada de Golou Dijie perteneciente a linea dos de metro.  


COMO CONCILIAR LA  CONVIVENCIA VECINAL CON EL TURISMO

Lo cual puede suponer un autentico desafió debido a la gran afluencia de publico, por lo que se recomienda evitar las horas punta del día, algo que si tenemos en cuenta que estamos en el centro de una ciudades mas pobladas del mundo resulta complejo de valorar.

A lo que hay que añadir las decenas de pequeñas pagodas donde los pocos miles de practicantes del Confuncionismo que todavía acuden, en un país donde la mayoría de sus ciudadanos se declara agnóstico.

Como la señora Ying a la que lo que molesta de verdad nos son los turistas a los que de manera ocasional, les ha tenido que llamar la atención por colarse sin permiso en su patio o siheyuan.

Sino los casi innumerables puestecillos donde se sirven algunas delicias de la comida local como los escorpiones, que fritos y ensartados en varillas de madera suponen todo un reto gastronómico para el paladar de los clientes foráneos

Que han inundado sus calles, entramado urbanístico que se caracteriza por la estrechez de sus innumerables vías secundarias, la mayoría adoquinadas, y que en temporada alta entre los meses comprendidos entre Junio y Septiembre, puede provocar autenticas avalanchas de turistas, que atraídos por las múltiples festividades que celebran por esas fechas y el buen tiempo colapsan su dédalo de callejones y callejuelas.

  
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Los Hutongs son barrios tradicionales cuya presencia en la mayoría de ciudades Chinas, se ha convertido en además de un reclamo turístico, en un símbolo de resistencia frente a un urbanismo que en su insaciable y voraz crecimiento esta diluyendo una identidad construida a lo largo de cientos de años.