Las células madre mesenquimales de la medula ósea regenera el tejido necrótico producido por el infarto de miocardio

El infarto de miocardio es un episodio traumático, que se produce como consecuencia ultima de un proceso de deterioro del sistema cardiovascular, mas concretamente se produce cuando una de las arterias principales que riegan el corazón se obstruye impidiendo que se complete el ciclo sanguíneo, lo que lleva a una tensión cardiaca que en las manifestaciones mas severas produce el fallecimiento del que lo padece, en caso de superarlo las secuelas son cicatrices en el tejido circundante del músculo coronario de diversa consideración, haciéndose precisa la intervención quirúrgica con el propósito de reparar el área dañada, y restablecer en la medida de lo posible la circulación.

Las dos vías abiertas en la actualidad en la investigación cardiovascular, tienen que ver con procesos de ingeniería molecular empleando células madre mesenquimales, procedentes de la médula ósea o hematopoyéticas procedentes de sangre del cordón umbilical, en estudios recientes se ha demostrado en las diversas pruebas realizadas con ratones en laboratorio, a los que previamente se les había inducido un infarto de miocardio, que el grado de restauración coronaria era similar, observándose como el volumen de vasos capilares producidos por la angiogénesis aumentaban facilitando la circulación sanguínea.

La diferencia entre aplicar un protocolo o otro estriba según los resultados presentados por la doctora Pilar Sepúlveda, perteneciente al IIS Hospital La Fe de Valencia, es que las células madre mesenquimales, localizadas en la medula ósea además de inducir angiogénesis, facilita la remodelación ventricular las cicatrices musculares producidas por el infarto de miocardio.

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