Tony Cragg, el alma del cuerpo como metáfora escultorica



Hijo de un ingeniero que creció en la ciudad inglesa de Liverpool en las obras del escultor inglés Tony Cragg, se percibe esa influencia industrial heredad de su relación paterna. Constante o deformación profesional que se observa a lo largo de las diferentes etapas creativas, que en  conjunto abarcan más de cinco decadas.

Inspiración que ya se observa en sus primeras propuestas como en Stack de 1975, donde empleaba materiales de reciclaje. Así como en las últimas que se pueden contemplar en el museo al aire libre de Skulpturen Park un espacio único creado por el Tony y que se puede visitar en la localidad de Waldfrieden, siendo liberadas de las limitaciones de una galería donde cobra su verdadera dimensión y significado.

Aunque a mí personalmente las que me resultan más sugerentes son las que realiza a lo largo de la década de los 90's del siglo pasado y la primera de este. Piezas pulidas y delicadas como las firmadas al final del siglo pasado como la titulada Auf der Lichtung de 1997 o I'm Alive firmada poco despues. 


Obras que en cuantas ocasiones puedes contemplar y apreciar en un acto casi mistico. Y que nutren su dilatada trayectoria en la que por su obra ha obtenido numerosos reconocimientos. Convirtiendo sus citas expositivas en auténticos acontecimientos en la ciudad donde se convoca. 

Como en exhibición en la que presentó la serie de esculturas inspiradas en el desierto, esculturas marmoleas, sinuosas que te transportaban a escenarios presididos por las aridez, cobran un nuevo significativo.  En un contexto en el que el cambio climatico supone un desafío para nuestra supervivencia.


Sugiriéndote ideas y emociones que ahora revisitadas transcurrido el tiempo, la obra en su conjunto aparte de la citada serie, me transmiten un mensaje sin fisuras, solido, donde la dimensión de la obra en relación al espacio donde es ubicada representa una sincronía perfecta. 


Entre una naturaleza que se desborda en las formas por un condicionante biológico y las superficies pulidas de unas esculturas generosas en los volúmenes que se integran en el paisaje, elaboradas en mármol, bronce o madera, y en una primera etapa utilizando materiales de deshecho. Que logran su propósito de mimetizarse en un medio que en principio dependiendo de la pieza le es totalmente ajena materialmente, pero que conceptualmente respeta su identidad logrando una simbiosis plena y armónica.